CAMAGÜEY.- La historia del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en Camagüey, no puede contarse omitiendo dos nombres: el de Francisco López Domínguez, el viejo Paquito, el padre de tantos, el Delegado, el amigo fiel; y el de Saido Dansó, el guineano que conoció caminando trece kilómetros por Cuba, por sus causas, el cubano nacido en África, hoy profesor de la Universidad de Camagüey y presidente la Unión que agrupa a los africanos en la provincia. 

Paco es de los imprescindibles de Brecht, porque ha luchado toda la vida: “yo empecé como director de la casa de la amistad, después me designaron como delegado provincial del ICAP, allí estuve 25 años, pero vinculado aquí llevo más de 50”. Si no es récord es un buen average, “muchos me ven como un padre, tengo hijos en más de 90 países”, dice y respira hondo como cuando uno busca en la memoria y se siente satisfecho de la vida que ha llevado, “así lo siento, muchos me han traído la familia para que la conozca, porque me consideran parte de ella.

Para él la solidaridad significa vida, “vivir en solidaridad y tener muchos amigos es mi tesoro y será mi legado, me siento satisfecho, que he cumplido con mi misión en la vida”. 

Muchos no creímos cuando se jubiló, hace 10 años, era un tren de trabajo y de hacer amigos, “pero todavía sigo viniendo aquí, apoyo en lo que sea, porque esta es mi vida misma, y estoy dispuesto a cumplir toda tarea que me den. Estoy jubilado pero no retirado. Por mis venas corren la solidaridad y la amistad, que son el mejor puente para divulgarle al mundo nuestra verdad, tan distorsionada por el imperialismo. 

“Mientras nuestros enemigos pagan millones por tirar piedras y desestabilizar el país, nosotros tenemos millones de amigos que quieren esta Isla desinteresadamente, la solidaridad es gratuita y sale del corazón”.

Para Saido Dansó, el viejo Paquito es un padre,  “la relación resulta tan íntima que mi niña le dice abuelo y no es solo él, Rosales, Almanza, todos se vuelven parte de la familia. 

“Sí, porque en esta familia llamada ICAP aprendí lo que es Cuba, muchos llegamos con otra idea de este país y cuando llegamos a esta lugar es que comprendemos en toda su extensión la realidad cubana. 

“Ante algún problema de enfermedad, o en la universidad, allí siempre estaban y están ellos dispuesto a lo que haga falta”.  Este instituto, obra de de Fidel, representa todo en la vida de Danso, desde que llegué a Camagüey en 2006 encontré esta institución que me abrió las puertas. De allí para acá es otra casa, que me formó integralmente, porque además es una escuela política. Y una fábrica de amigos”.

Saido cuenta en fue allí donde comprendió  la realidad  del imperialismo y su esencia depredadora. “También me enseñaron el valor de la solidaridad y el apoyo desinteresado a las causas justas. Aprendí a pensar en el otro, en lo mejor para todos. 

Hoy, él tiene la misión de acercar a los nuevos al patio de la Casona de la Avenida de la Libertad, “siempre que llega un grupo nuevo le cuento mis experiencias y los invito a sumarse al trabajo que hacemos, que es tan lindo que yo llegué hace muchos años y no me he separado de él aún, no pienso hacerlo. 

Para este muchacho la vida cambió y si no hubiera sido por los amigos no hubiera resistido “cuando me gradué no pude regresar a mi país, tuve que quedarme en Cuba, ustedes me abrieron las puertas porque allá corría peligro mi vida, y aquí estoy junto a la familia que formé, soy máster, estoy haciendo el doctorado, mi proyecto de vida es junto a ustedes, y cuando las cosas mejoren por allá, regreso y aplico todo lo aprendido”.

Experiencias como estas se multiplican por el mundo, a lo largo de los 60 años que el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos cumple este 30 de diciembre, por los cientos de miles que aquí comprendieron como las verdades y las causas de un país y de la humanidad se convierten en banderas que defender.