CAMAGÜEY.- La palabra proeza es de esas que a veces quedan muy chicas o muy grandes para los significados. Está en el diccionario como cualquier otra, pero se piensa dos veces antes de usarla. Pues esta semana sus seis letras quedaron cortas, de significado y de fuerza, porque para definir lo que se logró en los hospitales Amalia Simoni y Octavio de la Concepción y la Pedraja en los últimos meses, no hay instrumentos de justicia en la Real Academia.
Para el secretariado nacional de la Central de Trabajadores de Cuba, la categoría de Proeza Laboral es el máximo galardón para colectivos como los de marras, por eso no lo pensaron dos veces para mandar las banderas azules a estos colosos camagüeyanos. Este jueves ambas secciones sindicales recibieron la enseña como una suerte de punto y seguido en esta historia de peligros y sacrificios que todavía puede continuar.
Fue una mañana de palmadas en los hombros y bocanadas de satisfacción en el agasajo del Sindicato de Trabajadores de la Salud. Al “Amalia”, por ejemplo, llegó el primer caso positivo de COVID-19 que tuvo la provincia y allí encontró las habilidosas manos de la técnica en enfermería Liliana María Gomila. Ella y la residente de primer año de Medicina Interna Yosmary Santana le plantaron faldas a la enfermedad y durante semanas se mantuvieron sanando camagüeyanos y avileños. Por eso la Federación de Mujeres Cubanas decidió otorgarles el sello conmemorativo de su 60 Aniversario. El estandarte, así como la distinción por las Sendas de Agramonte que les fue conferida días atrás por la organización obrera del territorio, les sube “la parada y nos convoca a seguir trabajando con calidad”. Ahora el Dr. Eduardo Rivero, director del Hospital Clínico Quirúrgico, suelta de un tirón las cifras, pero sabe lo mucho que se entregaron sus dirigidos. “Atendimos en aquellos meses alrededor de 400 pacientes que ingresaron al hospital como sospechosos, con síntomas febriles o como casos positivos. Aquí no hubo descanso. Ahora retomamos los servicios habituales, aunque mantenemos una sala de 24 capacidades con su personal para atender cualquier caso confirmado”, comentó.
Una hora después, ante la marcialidad militar, más de uno humedeció el nasobuco cuando las máximas autoridades de la CTC y las Fuerzas Armadas Revolucionarias llevaron la bandera al otro bastión agramontino contra la pandemia. En el “Militar” ingresaron 111 casos confirmados con el nuevo coronavirus y solo lamentaron el fallecimiento de dos, gracias al rigor científico de su grupo de expertos y a la destreza y arrojo de los que actuaron en la zona roja. El galardón que les otorgó el Sindicato Provincial de Trabajadores Civiles de la Defensa constituyó también una suerte de agradecimiento de todas las familias que hoy cuentan cómo en esos salones les devolvieron la vida.
De ahí también salieron cuatro profesionales a reforzar la Brigada Henry Reeve en su lucha internacional por salvar la humanidad. Yosmani Pupo, quien pasó dos meses y medio cortándole las garras a la muerte en Crema, Italia, celebró con sus compañeros. Para él, “en nada se diferencia mi aporte al de mis colegas aquí. Yo que vi la enfermedad multiplicarse en Lombardía, les aseguro que lo que se logró es más que una proeza”.