CAMAGÜEY.- Topógrafos camagüeyanos fundadores de medio siglo en la profesión y de diversas generaciones posteriores, se fundieron en un abrazo comparativo de tocar entonces los recuerdos de cada palmo de la tierra con pies y manos, distancias salvadas en tiempo y espacio hoy con el empleo de drones, robots y otras técnicas digitalizadas, sofisticadas, que humanizan la disímil ocupación sobre tierra accidentada.

La cita sucedió en la sede de la Junta Provincial de la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), donde los “bisoños” topógrafos, experimentados de esta época, compartieron anécdotas, experiencias jóvenes, acerca de lejanas y presentes huellas que el ingeniero fundador Ángel Esteban Pérez Marín, Premio Vida y Obra 2011, fertilizó con la vigente presencia de Fidel, quien desde los primeros años de la Revolución apoyó con sapiencia la fundamental actividad de ordenamiento territorial, como alentó y fiscalizó los ambiciosos y necesarios planes posteriores: el lechero de Niña Bonita, el Rectángulo de Ceba Bovina de Guáimaro, el Triángulo Lechero...

El tiempo corrió como pólvora desde la primera hornada de topógrafos graduados en la habanera escuela de Caimito, en Bauta, hasta los avances logrados en la extensa llanura del Camagüey... y entre bromas y abrazos, los años se volvieron minutos, segundos, y los diplomas y reconocimientos por la fidelidad a la profesión, la Revolución, y a Fidel, descubrieron nuevos manantiales, levantaron nuevas balizas, trazaron y unieron caminos más sólidos y más cortos, aunque las líneas internacionales, internacionalistas de los que hoy peinan canas o calvas y ayer no, como Angola, el máster Armando Pérez Sánchez, guiaron el reencuentro con precisión láser.

Al convite de la ingeniería topográfica, asistieron otros veteranos constructores de obras sobre suelo cuadriculado, al llamado de la nueva convocatoria de la presidenta provincial de la UNAICC , Ibis Alfaro García, de crear una sección provincial de jubilados para que la historia, las ricas vivencias de la llanura, sea escrita y recogida también en blanco y negro con puño y letra de sus propios protagonistas.