Los clubes de emigrados cubanos en Estados Unidos, como los de Nueva York,  Tampa y Cayo Hueso, recibieron una nueva publicación el 14 de marzo de 1892. Los sorprendidos lectores escrutaban las páginas de aquel periódico de nombre tan sencillo como evocativo: “Patria”.

Salido de la iniciativa de José Martí, el modesto diario, a decir de su creador, veía la luz :

“Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad (…) a la hora del peligro, para velar por la libertad, a contribuir que sus fuerzas sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden”.

También muchos en la lejana Cuba, podrían disfrutar más tarde de las opiniones y análisis de Martí sobre los momentos que vivía la patria y sobre la imperiosa necesidad de su independencia.

De dos a tres artículos de fondo redactaba el apóstol para cada edición del rotativo, que salía a la calle los sábados, con unos mil 500 ejemplares logrados gracias a las aportaciones monetarias de los emigrados del archipiélago cubano.

Desde enero de ese año, Martí se afanaba en la creación del Partido Revolucionario Cubano, instrumento político imprescindible para la preparación de la que consideró “la guerra necesaria”, llamada a lograr la derrota del colonialismo español en su amado país. Y ya el 10 de abril, sólo un mes después de la primera edición del semanario “Patria”, funda la agrupación política.

Pero desde las páginas del diario, él no sólo fustiga la opresión que sufre su tierra, pues asimismo proyecta, aúna y define en pos de la agrupación política que se propone y a la vez en beneficio del periodismo revolucionario que pretende.

Es así que en uno de los números de la publicación escribía:

“No es el oficio de la prensa periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o de adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir, tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado, no encarnizarlos con un alarde de adhesión tal vez extemporáneo”.

Y acerca de lo que a su juicio, debía ser un periódico, señalaba:

“Debe ser coqueto para seducir, catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sano, elegante, oportuno… “.

Trabajos de emocionante contenido patriótico, mostraban que para el incansable prócer cubano, la contienda a iniciarse no era más que una continuidad de la comenzada por Carlos Manuel de Céspedes 24 años antes en su ingenio Demajagua. En ese concepto insiste una y otra vez, como también honra ante los cubanos del momento, las figuras cimeras de aquel malogrado empeño.

Así puede apreciarse en el respeto y reverencia que muestra cuando en las páginas de “Patria” se refiere a las figuras cimeras de la gesta del 68, como Antonio Maceo, Máximo Gómez, Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, entre otros; así como también en sus valoraciones sobre hechos históricos de esa contienda.

Martí se afanaba en la corrección de estilo de cada contenido llamado a integrar las diferentes secciones del periódico, y también de dirigir al selecto y eficaz grupo de colaboradores que hacían posible el empeño.

A decir de Rafael Serra, uno de esos fieles adeptos, los integrantes del colectivo de realización de la patriótica publicación, “no levantaban la mano, ni desertaban de su puesto por más que fuesen las altas horas de la noche, hasta que no dejaban el periódico no solo impreso, sino depositado en el correo”.

Asimismo Serra describe a Martí como un incansable paladín que, además de sus responsabilidades y numerosas actividades dentro y fuera del rotativo, inmerso en los avatares preparatorios de la gesta independentista, cargaba junto a ellos los fardos de periódicos desafiando el crudo invierno neoyorquino, “a pesar de la nieve, la ventisca, aunque el frío le quemase las manos sin guantes”.

A fuerza de ejemplo personal e insistencia, Martí va logrando validar los conceptos más nobles sobre la “guerra necesaria”, también acerca de la ética periodística y en torno a la que, según él, debía regir en Patria. A costa de todo ello la publicación conservó intacto su buen hacer a lo largo de su corta pero fructífera existencia.

Cuando acaeció la fatídica caída de Martí en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, “Patria” había tenido sólo 160 entregas y no fue sino hasta el 31 de diciembre de 1898 cuando el periódico culminó su vida editorial.

Hasta ese momento, había tenido 522 ediciones.

De manera que se produjeron 322 apariciones de la publicación ya sin la presencia física del Apóstol y al examinar sus contenidos, puede apreciarse que la impronta del mismo había calado profundo en el colectivo de ese diario, que devino paradigma en tanto la historia hoy lo puede apreciar como el eficaz y glorioso periódico independentista cubano logrado por Martí.