MEDINA DEL CAMPO.- En medio del bullicio y el fervor de la Feria Renacentista de Medina del Campo, Valladolid, una casi puede sentir que ha retrocedido en el tiempo. Los ecos de los siglos XV y XVI resuenan en cada esquina: pobladores vestidos con ropajes de la época desfilan por las calles empedradas, encarnando a comuneros, nobles de la corte de Castilla, y soldados de los temidos tercios, aquellos que forjaron la reputación militar de la Corona.
La Plaza Mayor de la Hispanidad se transforma en un vibrante escenario donde lo antiguo y lo moderno se entrelazan, ofreciendo al visitante no solo un viaje a través del tiempo, sino también una inmersión en el presente más vanguardista. Al caer la noche, la piedra histórica de sus imponentes fachadas cobra vida a través del festival Mapping Me, un espectáculo de luces y proyecciones que convierte los muros en lienzos de colores y movimientos.
En un instante, la arquitectura se funde con la tecnología contemporánea, para crear una experiencia sensorial única, donde el pasado y el futuro coexisten en una fiesta de luz y fantasía. no solo el espectáculo visual es impresionante, sino que detrás de él hay un trabajo intensivo de aprendizaje y colaboración.
No se puede visitar Medina sin explorar su emblemático Castillo de la Mota, un edificio del siglo XV.
EL PROGRAMA MENTOR: FORMACIÓN Y CREATIVIDAD
Cuando llegamos a Medina del Campo, era media mañana. La primera impresión que nos dejó fue la de una España deshabitada: las calles estaban prácticamente vacías. Aún faltaba tiempo para la hora acordada en que invitados y organizadores nos encontraríamos en la sede del programa mentor. Por suerte, cerca de allí, el bar El Arrabal —el único que parecía tener vida en medio de aquel entorno de silencio— estaba abierto.
Después de tomar un café, nos dirigimos al antiguo Hospital General de Simón Ruiz, ahora transformado en el Centro de Desarrollo Económico que lleva el nombre del mercader-banquero que lo financió. Los talleres se llevaron a cabo en este edificio histórico del siglo XVI, que actualmente está en proceso de restauración. De los espacios rehabilitados, el acceso a la sala de conferencias —equipada tecnológicamente— se realiza cruzando la reja de hierro forjado y policromado de la iglesia que Simón mandó construir para ser enterrado.
En el corazón de este entorno cargado de historia, el programa mentor ha encontrado el espacio ideal para fomentar la creatividad y el aprendizaje. Rodrigo Tamariz, director artístico y fundador de Mapping Me!, destaca que el festival se centra en aprender, escuchar y explorar nuevos lenguajes del videomapping. En este contexto, el programa mentor ha funcionado como una incubadora de talento tanto local como internacional durante la última década.
Su impacto se refleja en quienes han pasado de ser aprendices a convertirse en líderes dentro del festival. Un ejemplo destacado es el de los cubanos Alberto Santos y Gerard Martínez, quienes en 2022 participaron por primera vez como alumnos. En esta edición, ya como profesores, impartieron talleres sobre introducción al videomapping, la interactividad y el uso de herramientas de Inteligencia Artificial (IA) aplicadas a estas técnicas. Durante sus clases, abordaron temas clave como la importancia del guion para crear una experiencia clara y memorable, el uso de luz, contraste y sombras para lograr efectos visuales impactantes, y el papel fundamental de la edición y el sonido. También abordaron aspectos legales relacionados con los derechos de autor.
“El edificio tiene que contar la historia. Es nuestro principal narrador”, enfatizó Gerard en su clase sobre el uso de software de proyección para crear experiencias interactivas y de realidad aumentada. Alberto, por su parte, explicó la necesidad de proyectores de alta calidad y la diferencia entre videomapping y videoproyección, subrayando que el resultado final debe ser una proyección adaptada a la geometría de la superficie. “Hay que ser preciso, emotivo y explorar los sentimientos,” agregó.
El tercer taller estuvo a cargo de Antoine Meissonnier, técnico de proyección francés. Aportó su experiencia en el uso de Millumin, un software que facilita la búsqueda creativa al integrar contenido visual y sincronización en tiempo real.
“El arte de la proyección necesita tecnologías muy avanzadas. Hoy tenemos más posibilidades técnicas y más opciones artísticas,” comentó.
En la sesión práctica, los participantes tuvieron la oportunidad de aprender de primera mano cómo utilizar Millumin en sus proyectos, gracias a un experto que entiende la importancia de la tecnología en la evolución del arte del videomapping. Esta simbiosis entre arte y tecnología enriquece el proceso creativo e impulsa el desarrollo de herramientas que responden a las necesidades y visiones de los artistas.
HISTORIAS DE TALENTO: OTROS PROTAGONISTAS
Los talleres del festival combinan teoría y práctica, permitiendo que jóvenes talentos como Lucía Mozo evolucionen de estudiantes a profesionales. Lucía, ahora productora técnica del festival, se dedica a preparar a los alumnos para asegurarse de que sus creaciones se proyecten correctamente, destacando la importancia de que lo que diseñan se vea bien en el edificio.
Para ella, el festival es un espacio donde los participantes pueden mostrar su trabajo sin miedo a ser juzgados, y donde el aprendizaje es mutuo: "Muchas veces, nosotros aprendemos de los alumnos mucho más de lo que les podemos enseñar a ellos".
Aunque Lucía es de Valladolid, es gratificante ver cómo artistas locales de Medina del Campo, como el fotógrafo Aitor García y el realizador Juan Camazón, se involucran y reconocen el valor de participar en un evento de esta magnitud.
Aitor presentó una muestra de instantáneas de ediciones anteriores: “Plasmar estas fotografías nos hace ver lo que ha sido el festival y en lo que se está convirtiendo en muy pocos años. Mapping Me! en Medina del Campo es magia; ilumina lo que en un día normal está oscuro, triste, y por unos minutos, esas piedras hablan”.
Por su parte, Juan expresó lo significativo que es para él:
“Ver cómo todo esto ocurre en tu ciudad, especialmente en un lugar tan pequeño como Medina, es impresionante. Es muy guay ver cómo un nicho como el mapping puede concentrarse en un sitio aparentemente tan inesperado. Me parece espectacular tenerlo aquí, y más aún por la facilidad de integrarme; es increíble estar a cinco minutos de mi casa, rodeado de gente de lugares tan lejanos. Participar en este evento, que es tan importante para la Semana Renacentista, es flipante. Para mí, Mapping Me! significa aprendizaje, sobre todo, aprendizaje”.
VISIBILIDAD Y DOCUMENTACIÓN DEL FESTIVAL
Volvemos la mirada a otras personas clave dentro del equipo del festival. Teresa Gigosos, como community manager, desempeña un papel esencial en el festival al gestionar las redes sociales como Instagram y Facebook. En un mundo donde la visibilidad digital es crucial, contar con alguien como ella, oriunda de Valladolid, garantiza que el festival no solo ocurra en Medina del Campo, sino también en el vasto espacio virtual, donde puede inspirar a una audiencia mucho más amplia.
Esta expansión se complementa con la meticulosa labor de documentación realizada por Álvaro San Miguel, de Santander, quien se encarga de capturar en video los momentos más significativos del festival. Álvaro es alguien que, en medio de la dinámica frenética del evento, encuentra tiempo para disfrutar de pequeños placeres, como su ritual de preparar café con la técnica AeroPress. Este momento de calma le permite conectarse más profundamente con el entorno y enfocarse en su tarea con el mismo cuidado que pone en cada taza de café.
Álvaro subraya la importancia de su trabajo: “Uno de los pilares del festival es ofrecer el material a todo el mundo, incluso a aquellos que no tienen la posibilidad de trabajar con estos, y preservar la documentación del evento. Es crucial guardar las obras que los artistas proyectan en las fachadas para que las futuras generaciones puedan ver lo que se ha hecho antes y, a partir de ahí, desarrollar nuevas ideas e iniciativas”. Su labor no solo ayuda a preservar la historia del festival, sino que también facilita la inspiración y el aprendizaje para futuros creadores.
Lo que más disfruta, comenta, es sumergirse en el ambiente de los jóvenes artistas, descubrir sus inquietudes y explorar el rico pozo cultural del que se nutren para crear sus obras. Así como se toma el tiempo para preparar un exquisito café, Álvaro se dedica a capturar cada detalle del festival, consciente de que cada imagen y cada video son piezas clave para la memoria y la evolución del arte del videomapping.
MIGUEL Y PALOMA, Y EL ESPÍRITU DE COMUNIDAD
Desde el inicio, junto a Álvaro San Miguel, dos pilares fundamentales en el núcleo fundacional del festival han sido David Muriel y Paloma Gómez. La colaboración de ambos subraya la importancia de la comunidad en la creación y sostenimiento de este espacio de innovación artística. En particular, Paloma destaca por su contribución a la cata de quesos, un evento muy esperado dentro del programa.
Al llegar a la quesería, somos recibidos con la calidez y energía que caracteriza a Paloma. Su entusiasmo por el festival es palpable, y nos comparte que el videomapping en la fachada del Ayuntamiento y de la Colegiata fue en su día una innovación destacada.
“Es un evento que se ha convertido en un referente nacional. Debemos sentirnos orgullosos de que haya nacido aquí en Medina del Campo y apoyarlo siempre,” nos dice.
El ambiente en la quesería es acogedor y vibrante, un reflejo del espíritu colaborativo del festival. La cata de quesos, acompañada de vinos y cervezas artesanales, ofrece una oportunidad para disfrutar de diferentes técnicas y elaboraciones, probando quesos de la zona y de otras partes de España y Europa. Confirmamos lo que anticipaba Paloma: es un momento para compartir entre amigos en un entorno de camaradería y aventura, donde cada bocado y sorbo se disfruta en buena compañía.
David Muriel, cofundador de Mapping Me! junto a Rodrigo Tamariz, nos cuenta sobre el nacimiento del festival hace 10 años en el contexto de una Semana Renacentista en Medina del Campo. “Mapping Me! surgió con el objetivo de ofrecer algo más profundo que un simple espectáculo de proyección sobre edificios históricos. Se planteó como un proyecto participativo que promueve la formación en mapping y nuevas tecnologías aplicadas al arte durante todo el año, integrándolo en una festividad histórica”, insiste.
El impacto local ha sido positivo, replicándose en otras festividades históricas y a nivel nacional. “Mapping Me! ha sido un innovador punto de partida para la integración de nuevas tecnologías en el patrimonio histórico. A lo largo de estos 10 años, hemos demostrado que es posible transformar la narrativa de festividades tradicionales a través de la participación ciudadana y la tecnología. Aunque hemos logrado mucho, seguimos aspirando a diversificar los escenarios del festival y obtener el apoyo necesario para exponer nuestros trabajos en más lugares emblemáticos de Medina del Campo, como el Castillo de la Mota”, añade el cofundador.
Escenas de época que interpretan a Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, quienes transformaron este territorio en un centro económico y comercial destacado como la Villa de las Ferias.
David y Paloma son observadores atentos en Medina, igual que sus vecinos, que noche tras noche han esperado ansiosamente las proyecciones en la Plaza Mayor, incluso cuando debían esperar la culminación de las representaciones teatrales y escenas alegóricas a Isabel la Católica.
Representación de indígenas americanos que animan la Semana Renacentista.
RODRIGO TAMARIZ: MAGIA Y GENEROSIDAD
Durante todo el festival, Rodrigo Tamariz se presenta como un líder accesible y cercano. Es carismático, y su presencia destaca tanto en los momentos formales como en los más distendidos, donde es habitual verle hacer rimas con ese humor tan propio de la región. Su entrega a la enseñanza es evidente: se le ve involucrado con los alumnos, siempre atento a sus invitados, dispuesto a ofrecer su conocimiento sin reservas.
Este gran artista, cuya obra se enriquece por su generosidad, se muestra como un libro abierto, compartiendo su pasión por el arte y la tecnología. Aunque es un conversador nato, en nuestra entrevista logramos captar la esencia de sus reflexiones, cada una de ellas cargada de la sabiduría que ha adquirido a lo largo de su trayectoria.
—La primera vez que escuché tu nombre fue en boca de cubanos entusiasmados por el taller de diseño y producción de mapping que impartirías en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. ¿Cuál es tu visión sobre el intercambio de conocimientos en este campo?
—Compartir lo que hacemos en otros países es esencial. En este tipo de espectáculos tecnológicos, si no compartes, no evolucionas. No es como en el cine o el teatro, donde la consulta es más accesible. Con artistas como Antoine y Philip de Millumin hemos compartido mucho, porque sin compartir, no avanzas ni como artista ni como profesor.
Rodrigo Tamariz y Antoine Meissonnier, un claro ejemplo de la estrecha colaboración entre artistas y desarrolladores tecnológicos.
—¿Cómo llegaste al mapping desde la música?
— Empecé en la música a los 9, 10, 11 años, pero siempre me atrajo la imagen, entonces estudié en la escuela 3D, porque cuando creo una melodía me imagino un sueño, quizás no la letra, pero sí todo tiene un sonido y una relación visual. El mapping me permitió combinar lo visual con lo musical, creando espectáculos que mezclan ambos mundos. Es la música vista en imágenes.
—¿Crees que hay una “escuela Tamariz” en el mapping?
—Un espectáculo debe tener guion y llegar al corazón, pero no busco imponer mi verdad. Mi objetivo es emocionar. Si lo logro, bien; si no, también está bien. Cada artista tiene su propia forma de contar historias, y eso es lo que enriquece.
Rodrigo Tamariz con los cubanos Alberto Santos, Gerard Martínez y Yanetsy León, esta última encargada de la conferencia de apertura del programa Mentor, que abordó temas de periodismo, mapping y ciudad.
—¿Qué opinas de los cubanos Gerard y Alberto, que comenzaron como estudiantes, aún se sienten tus alumnos, y ahora les permites impartir clases de mapping en el festival?
—Trabajan la IA y la edición de manera espectacular desde su formación universitaria. Lo hacen con una perspectiva única, aprovechando al máximo sus recursos, incluso en condiciones difíciles como las que enfrentan en Cuba. Los cubanos son los salmantinos españoles, son resistentes, son como un yunque al sol, con poco hacen mucho, y con mucho hacen demasiado. Si la realidad en Cuba es difícil para ciertas situaciones, imaginemos para las especializaciones de nuevas tecnologías, que incluso es difícil en Europa. Somos colegas en el intento común de sobrevivir.
Mapping “El último viaje” de los cubanos Alberto Santos y Gerard Martínez, realizado con herramientas de inteligencia artificial, en homenaje a la reina Isabel la Católica, proyectado en la Colegiata.
—¿Mantiene el Mapping Me! sus preceptos fundacionales?
—El festival ya tiene 10 años, pero el videomapping tiene unos 23 años. Fuimos una de las primeras compañías en realizar videomapping tanto a nivel nacional como internacional. En África Occidental, fuimos pioneros en llevar este tipo de técnicas; en Uruguay, fuimos los primeros en aplicarlas tanto en teatro como en exteriores; y en España, fuimos de los primeros en experimentar con algo tan complicado. Desde el inicio del festival, ya había un gran aprendizaje.
“En aquellos tiempos, los festivales de este tipo eran muy pequeños y había muchas dificultades para convencer a los artistas de participar. La mejor manera de crear un público era formar a los artistas, pero había muy poca formación disponible. Por eso se creó en la Semana Renacentista de Medina del Campo, con la idea de contar la historia del pasado de una nueva manera. Un artista no podía hacerlo solo, por lo que creamos Mapping Me! para formar a esos artistas. Esos son nuestros preceptos y seguimos con esa idea.”
—¿Qué piensas sobre el futuro del festival?
—No me preocupo demasiado por el futuro; prefiero adaptarme y fluir con los cambios. En estos 10 años, Mapping Me! ha formado a más de 150 personas, no solo artistas y estudiantes españoles de entre 18 y 25 años, sino también artistas internacionales de Brasil, Argentina, Japón, Cuba y Canarias. Eso es un gran logro para un proyecto que comenzó desde cero y es un testimonio de la excelencia del festival. Nuestro futuro pasa por expandirnos y crear una red de satélites que lleve el festival a otras ciudades, tanto europeas como nacionales, manteniendo a Medina del Campo como el epicentro. Queremos ser faros de ilustración y conocimiento, arriesgándonos a hacer espectáculos con nuevas tecnologías, que no solo incluyen videomapping, sino también realidad mixta, inmersión y láser.
Detalle del mapping “Lágrimas de Medina” de Álvaro Gutiérrez y Sara Salgado, proyectado en las fachadas de la Colegiata, la Oficina de Turismo y el Ayuntamiento. Ambos son los productores generales del festival, y emprenden con las productoras Álvaro Visuales y MásMultimedia Álvaro y Sara.
—Te han dado la llave de la ciudad. ¿Cómo se gana algo así?
—Con trabajo, confianza y respeto. Eso es lo que construye el éxito de este festival.
—¿Te han preguntado cuándo vas a mapear el Castillo de la Mota?
—La Mota es una fortaleza impresionante, pero hacerlo requiere un presupuesto considerable. Vale la pena invertir en este tipo de festivales, pero las aportaciones económicas deben ser equilibradas y sostenibles. Cuando vas a lo privado tienes que ir a grandes empresas y si deciden al año siguiente no participar el festival está a un límite de morir. No queremos que el festival dependa de un solo año de financiación. El apoyo debe ser a largo plazo, de instituciones o grandes empresas que respeten ese compromiso.
—¿Qué ideas tienes sobre el público?
—Es difícil predecir cómo impactar al público. Cada espectáculo es diferente, y lo que funciona en un lugar puede no hacerlo en otro. Pero al final, el objetivo es tocar al espectador de alguna manera. En este tipo de espectáculo sabes qué efectos funcionan. Un espectáculo de mapping puede ser muy potente y puedes escuchar a alguien diciendo “pero yo vi uno en el que se destruía el edificio”. Aquí hay una parte de la historia que es la quema de Medina y es muy difícil que los artistas no metan fuego. Necesitas saber qué quieres hacer, hasta dónde quieres llegar y qué impacto puede tener. Si tuviera la llave de cómo impactar al público fácilmente o cómo llegar constantemente, no sería un artista. Es muy difícil siendo artista tener las llaves de saber exactamente lo que quiere el público en cada ciudad, en cada momento y en cada situación política. Todos somos cambiantes, un día me gusta mucho el pulpo y otro día me gusta más el champagne.
— Eres de Valladolid. ¿Por qué elegiste Medina del Campo para el festival?
— Sinceramente me siento más de tierras de Medina que de Valladolid. En tierras de Medina estamos hablando de Tordesillas, Serrada, Ribera de Duero, La Seca, Medina del Campo… En Valladolid hemos trabajado dos o tres veces en mi vida artística. Medina y su comarca me han tratado con un respeto y cariño inmensos. Artísticamente, les debo mucho, y por eso elegí este lugar para el festival. Aquí valoran a los artistas de verdad.
Con el crepúsculo de la novena edición de Mapping Me!, la esencia de la Semana Renacentista parece entrelazarse con los muros de Medina del Campo, como un eco de tiempos pasados que se reinventa en cada proyección. No solo ilumina las piedras antiguas, sino también el espíritu colectivo de una comunidad que celebra su historia mientras abraza el futuro. Los imponentes edificios históricos, como el Castillo de la Mota y el Palacio Real Testamentario, se alzan como guardianes de la memoria, añorando los días en que Isabel la Católica caminaba por sus pasillos.
En este cruce de historia y modernidad, el festival resucita el esplendor del pasado y nos invita a soñar con un futuro lleno de nuevas historias por contar. Nos despedimos con la certeza de que el camino hacia la décima edición ya ha comenzado, dejando que la magia de la semana nos inspire a regresar, año tras año, a este rincón donde el renacimiento y la innovación se abrazan.
Detalle del mapping “Fuego y valor” de Miguel Martín, un joven de Madrid, proyectado en la Colegiata.
Los canarios María Elena Piñero y Adrián Expósito participaron por primera vez, motivados por Sandra González. Los tres, estudiantes de la Escuela de Arte Manolo Blahnik en Santa Cruz de la Palma, presentaron el mapping “La isla invisible” en la Colegiata de San Antolín.
Un proyector de 30,000 lúmenes ilumina la fachada de la Colegiata de San Antolín.
La cata en Los Quesos de Juan es un paseo por sabores, aromas, historia y cultura.