CAMAGÜEY.- Cuando a inicios del mes, el Grupo Vocal Desandann despidió el año en el espacio de su peña en el Cine Encanto, una señora ganó todas las palmas. Es la madre de la cantante profesional Marina Collazo, tan carismática y auténtica como ella. Desde ese día quiero entrevistar a Julia Fernández Martínez.

Ella representa el patrimonio vivo de los descendientes de haitianos, el saber popular como base de una agrupación ovacionada en la gran escena y que en 2024 cumplirá 30 años de fundada.

 Escena del río con Julita para el clip Kote moun yo. Escena del río con Julita para el clip Kote moun yo.

Julita o Yuya más de una vez ha cumplido con el encargo de poner sabor a la peña. Aquella tarde de diciembre llevó un dulce. Comentó la receta del arroz con leche, nuez moscada y canela. Luego alborotó el ambiente al cantar en creole un gagá de carnaval titulado Vamos a bailar, bueno, así se traduce al español del patuá, el dialecto haitiano también conocido por el término creole. Un especialista en lenguas nos precisaría que “creole” no es otra cosa que “criollo”.

Recientemente la vimos como actriz en el video clip Kote moun yo (Dónde está la gente) dirigido por el joven camagüeyano Oscar Alejandro Viñas. Allí Desandann interpreta otra canción de fiesta.

“No soy fundadora de Desandann, pero he estado al lado. Como sé el idioma he ayudado a Emilia Chávez, siempre ocupada por preparar a los integrantes. Cuando mi hija empezaba me decía que la enseñara para saber lo que estaba cantando”, cuenta quien lo aprendió por mandato familiar: “Sí, mi’ja, los hijos de los haitianos tenían que aprender. Ellos decían ‘nadie tiene que enterarse de lo que estamos hablando’. Desde chiquitica sé el nombre de cada cosa”.

—A mí me parece musical. Tiene sabor, tiene ritmo…

—Eso es lo que yo digo. La música haitiana es contagiosa. No tengo el repertorio amplio, pero bueno, canto algunas cositas.

—¿Canta Desandann ese repertorio que usted aprendió de sus abuelos y de sus padres?

—Algunas canciones. También aprendí por la radio. En casa nos gustaba escuchar a Martha Jean-Claude. La primerita de ella que me aprendí se llama Panama mwen tonbe. Tiene un corito pegajoso. Me gusta interpretarla para que se mantenga en nosotros.

—¿Saben ese idioma sus nietos?

—No, no lo saben, pero yo les digo, mira, esto se llama así, esto es esto y van cogiendo. Tengo un hermano que crié desde pequeñito y entiende todo. La generación después de mí entiende y habla un poquito.

Este audiovisual también involucró a la comunidad de descendientes de haitianos, entre ellos a los integrantes del grupo de aficionados Bonito Patuá.Este audiovisual también involucró a la comunidad de descendientes de haitianos, entre ellos a los integrantes del grupo de aficionados Bonito Patuá.

—Hábleme de la canción del video clip.

—Es una invitación. Dice así: Vamos a bailar.

—Usted sale a la sombra de un árbol, junto al río. ¿Qué personaje interpreta?

—Soy la costumbre religiosa del país que se lleva aquí en nuestra Cuba. El vudú. Tiene sus cosas y tú dices “ay, cómo es posible que una persona se transforme y empiece a decir cositas” para ayudarte en algo.

—¿Le gustó? ¿No lleva a folclorismo lo haitiano?

—Me gustó mucho porque se interpretó las costumbres, ese ajiaco que en el idioma se llama bouyon. Ese bouyon ansét es un caldo ancestral, como yak. Nuestra historia es larga larga. Ellos se ponían en un portal y hacían sus fiestas.

—La comida es una marca de identidad, ¿cómo mantiene lo que aprendió?

—Bueno, la comida se mantiene presente. Imagínate, mi abuela, mi mamá, mis tías… me enseñaron. Dicen que cocino rico, que logro el mismo puntico haitiano. No quiere decir que soy la mejor cocinera pero tenemos una forma de cocinar. Como dicen los chef, hay que darle tiempo a la cocción, no es llegar y ya.

—En fin de año, ¿qué pasa en familias como la suya?

—Lo típico: el asado del puerco en la púa, el congrí criollo, la yuca con mojo, los dulces, las bebidas. Preparamos el tifei y el liqué. El tifei se hace con hojas medicinales. El liqué es una bebida rica de miel, es como decir una mentica. Se forman las actividades entre familiares y amistades.

—¿Y para los niños?

—Su comidita, los dulces. A los muchachos les encanta el pistach hecho con maní en grano, queda como un turrón. A mi abuela le quedaba rico rico. Cuando aquel tiempo del batey, mi abuelo le preparó un horno en el patio. Allí hacía un pan lindo con un piquito, cocinaba el galét, parecido a un panqué aromatizado. Tenían una manera de preparar aquello, muchacha…

—¿Usted vivió en algún batey?

—Sí, estuve un tiempo en la zona de La Caobita, en Yaguabo 3. Queda en Santa Cruz, para adentro del entronque de Macareño. Los bateyes estaban cerquita. Había muchos descendientes. Eran una familia.

—¿Ha estado en Haití?

—No he tenido la suerte de ir a Haití. Allá tuve dos hermanos, una hermana y un hermano. Mi hermano todavía vive, tiene como cinco o seis hijos, ya es abuelo. Es un poquitico más viejo que yo. Quisiera conocer, si Dios quiere algún día. Con el hijo de mi hermana tenemos comunicación. Viven acogidos, sobreviviendo.

—¿Qué hizo profesionalmente?

—Bueno, no soy tan profesional pero he tratado de hacer hasta donde he podido. Soy jubilada de Justicia Provincial, amada por mis compañeros igual. He hecho de todo como obrera. Estuve 13 años en el Registro Provincial de la calle Cisneros, llevando el trabajo concerniente a la expedición de registro de nacimiento, búsquedas… Mira qué cosa más curiosa, aprendí a encuadernar y arreglar los libros. Hasta serví de cocinera.

Marina Collazo, cantante de Desandann, del Coro Profesional de Camagüey y del Dúo Voces.Marina Collazo, cantante de Desandann, del Coro Profesional de Camagüey y del Dúo Voces.

—A Marina la tradición le ha servido para su carrera de artista. ¿Nunca le dio por ganarse la vida cantando?

—Estuve en un grupito criollo, que no sé si conoces a esa carismática haitiana que ella va rondando por Cultura tratando de hacer también por la cultura haitiana. El grupo se llamaba Retoño. Íbamos a los municipios, cuando se pudo. A Minas fuimos al obelisco donde se recuerda a mis paisanos masacrados en Cortadera. Me dio sentimiento ver con aquel respeto que el municipio apoyaba esa actividad.

—¿Qué aconseja a los más jóvenes?

—Quisiera que aprendieran los toques, las costumbres, la cultura. En cualquier lugar de nuestro país me enorgullece saber que existen grupos haitianos: en Oriente con la tumba francesa; Caidije cuando estaba, bueno igual que Bonito Patuá. Me gusta de Ciego de Ávila Fanm zetwal, que quiere decir mujer estrella.

—¿Cambiaría algo de su vida?

—No cambiaría nada porque las humildes familias mías, personas haitianas, en su totalidad son nobles, se merecen que sus hijos, que sus nietos sigan la tradición. Crecí en esa unión tan linda. Yo amo a mi familia. Agradezco todo lo que hagan por el legado de los haitianos y exhorto a que sigan. No hay que tener pena. Voy a cumplir 74 años, entonces, claro, conozco un poco de costumbres que puedo ahora contar.

El director Oscar Alejandro Viñas en pleno rodaje.El director Oscar Alejandro Viñas en pleno rodaje.

En la peña junto a Teresita Romero, actual líder de Desandann.En la peña junto a Teresita Romero, actual líder de Desandann.