CAMAGÜEY.- Históricamente, hablar de “mercado del arte” en Cuba ha sido casi una herejía. El concepto, demonizado por años, parecía incompatible con los principios que guían nuestra cultura. Sin embargo, el paso del tiempo ha evidenciado que la falta de un mercado formal no solo ha privado a los artistas de vías legítimas para la promoción y venta de su obra, sino que ha generado brechas que son aprovechadas por espacios informales, donde la comercialización se realiza fuera de los márgenes de la ley, con la consiguiente fuga de divisas y la precarización del sector.
A través de esta nueva política, el país busca revertir la situación, apostando por un modelo que impulse y regule el mercado del arte. Entre las propuestas más destacadas está la creación de incentivos fiscales, el registro formal de galerías —clave para frenar la informalidad—, la reactivación de subastas de arte y la creación de una Feria de Arte Cubano. Estos pasos no solo buscan ordenar y fortalecer el sector, sino también reconocer figuras esenciales como el curador y el comisario, que desempeñan un papel crucial en la mediación entre el artista y el público, y en la preservación del valor artístico.
La reciente visita a Camagüey de Lisette Martínez Luzardo, Viceministra de Cultura, y de dos representantes nacionales de instituciones vinculadas a las artes plásticas, marca un momento crucial en la evolución del panorama artístico en el país. Este encuentro se inserta dentro del marco de la implementación de la política para la comercialización de las artes visuales, aprobada por el Consejo de Ministros, y revela la necesidad urgente de transformar el modo en que concebimos el arte dentro de nuestras fronteras.
Coincidió con el Día Internacional del Artista Plástico, por lo que las resonancias de ese diálogo traspasan el pequeño salón en el segundo piso del inmueble donde se localiza la Galería República 289, sede del Consejo Provincial de las Artes Plásticas (CPAP).
Allí, Daneisy García Roque, presidenta del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, esbozó los principales postulados de la política; y Ernesto Yoel Ramírez Cascaret, director del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, comentó lo que desde la atención metodológica al territorio le compete. Pero el debate fue más allá.
Armando Pérez Padrón, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en la provincia, subrayó dos preocupaciones clave: la posibilidad de que la burocracia frene el avance de la política y la necesidad de revisar el aparato tributario, dado los altos impuestos que deben pagar los artistas.
El escultor Roberto Estrada coincidió en la crítica a los tributos, mencionando que es un artista independiente desde 1990, pero se enfrenta a un tratamiento administrativo que no refleja la singularidad de su labor. Además, lamentó las bajas pensiones que reciben los artistas, ejemplificando con Joel Jover, quien, tras una extensa carrera, recibe una pensión mínima.
El artista y profesor Osvaldo Díaz también habló sobre la lentitud burocrática, señalando que la morosidad en la emisión de una nota verbal del ministerio de para el trámite con una embajada ha truncado oportunidades para él y otros colegas. Esa situación pone de relieve cómo los obstáculos administrativos limitan la proyección internacional del arte cubano.
Kenny Ortigas, director provincial de Cultura, destacó la falta de una cultura de coleccionismo institucional y la necesidad de generar iniciativas que estimulen el mercado del arte local, especialmente en un contexto de recortes presupuestarios.
En este sentido, Dairel Arcos, especialista principal del CPAP, resaltó la contradicción de que la institución encargada de promover el coleccionismo no disponga de recursos para dar el ejemplo y adquirir obras.
Por su parte, Alfredo Fuentes, crítico e historiador, advirtió sobre la desconexión entre la teoría y la práctica en la implementación de políticas culturales, señalando la importancia de abordar tanto la dimensión económica como comunicacional, así como de equilibrar las jerarquías dentro de las instituciones y superar el centralismo que minimiza a las provincias.
Uno de los temas más preocupantes para el gremio es la escasez de materiales, una situación que se ha agudizado desde 2018, cuando el Fondo Cubano de Bienes Culturales dejó de realizar compras mayoristas en el exterior. Este déficit ha obligado a muchos creadores a buscar soluciones alternativas, limitando sus posibilidades y su potencial creativo. En este sentido, el relanzamiento de la producción artística necesita un suministro adecuado de recursos, algo que debe considerarse como un pilar fundamental en cualquier estrategia de desarrollo.
Por otro lado, resulta esperanzador que esta política incluya el fomento del coleccionismo institucional, lo cual representa una vía para preservar el patrimonio cultural del país. La creación de colecciones ayuda a consolidar la memoria artística, también legitima y revaloriza la obra de los artistas en su propio contexto. Este tipo de coleccionismo, al ser promovido por instituciones culturales, garantiza que las obras no solo se queden en manos privadas o extranjeras, sino que formen parte de la narrativa nacional.
La viceministra subrayó que avanzar en la comercialización de las obras de arte es un paso esencial para mejorar los presupuestos culturales. Reconoció el cambio de perspectiva en el país, al pasar de considerar el mercado del arte como algo “endemoniado” a desarrollar una política de comercialización clara. Explicó que, aunque no se han establecido plazos específicos para cada aspecto, se está trabajando en varios frentes, como el funcionamiento del coleccionismo orientado al turismo y el decreto que lo regula. Además, mencionó que en un plazo de seis meses el Ministerio de Cultura deberá rendir cuentas al Consejo de Ministros sobre los avances realizados. En cuanto a la ampliación de permisos para la comercialización de obras en otros espacios, aclaró que esta regulación depende del Ministerio, que ya está trabajando en un reglamento para las galerías. “No estamos perdiendo tiempo”, enfatizó, destacando el compromiso con la implementación efectiva de la política.
En conclusión, este encuentro evidencia el inicio de un proceso de cambios que busca dignificar la labor del artista plástico cubano, brindándole herramientas legales y estructurales para desarrollar su obra en condiciones más justas y adecuadas. Sin embargo, el reto no es menor. La implementación de las medidas requerirá un esfuerzo sostenido por parte de las instituciones, los artistas y el público. Solo a través de un diálogo constante y una acción conjunta será posible convertir estas propuestas en realidades que beneficien a toda la sociedad.