CAMAGÜEY.- Vuelve a mirar, la nueva telenovela cubana nació en Camagüey. La clave está en el primer nombre que asoma durante la presentación: Pavel Alejandro Barrios Sosa. El crédito allí sabe a gesto de consideración a su labor como guionista argumentista, y resulta una evidencia de la expansión de las habilidades de narrador, ensayista y poeta.

A él se le ha visto sostener el criterio como historiador, curador y crítico de arte durante 23 años. La mitad de ese tiempo, de manera paralela e íntima, ha incursionado en el audiovisual como guionista de cine, radio y televisión. Quien lo conoce sabe de su gracia como conversador, y por tanto, inferirá que todo lo dicho no cabe en nuestra página.

Usted no imagina el largo camino recorrido por la telenovela para ser puesta en pantalla, porque la idea, principio vital de todo proyecto, se le ocurrió al joven distante a más de 500 kilómetros de la Casa Pro­ductora del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) En una batalla contra ese fatalismo, Pavel defendió su obra mientras pudo. Esa es la parte de la historia que Adelante Digital quiere contar.

En Cuba no existe una escuela de guion, salvo en la EICTV de San Antonio de los Baños a la que no se accede fácilmente, ¿qué ha sido clave en tu formación?

─Mi formación comenzó en 1990 cuando empecé a escribir, actuar y dirigir en un pequeño grupo humorístico del IPVCE Máximo Gómez Báez. Luego, en mi carrera de Historia del Arte adquirí conocimientos de cine y televisión, aunque me especialicé en Curaduría de Arte. Pero en el año 2009 el realizador Jorge Campanería me pidió que escribiera el programa televisivo Galería Ciudad. Aprendí leyendo los guiones de Orestes G. Casanova y de Marcos Tamames. Un año después recibí un curso de guion de radio que me llevó a escribir mi primer radiocuento, Yo no tengo miedo, radiado en Cadena Agramonte, en el año 2012. A este cuento, antecedente del filme La Hoja de la caleta, le sucedió mi primera radionovela, Si te contara, que se radió en el año 2013, y dos años más tarde me sirvió de matriz para generar el proyecto de la telenovela Vuelve a mirar. Luego escribí dos radionovelas más, y cinco cuentos, todos radiados por Cadena Agramonte. Los realizadores Campanería y Mirtha González me prepararon para escribir cine y así llegó el guion de La Hoja de la caleta. En el año 2015, Vilma Montesinos, en aquel entonces Vicepresidenta de la Casa Productora, me pidió un guion para una telenovela. Ella y la asesora Eunice Peña me enviaron por correo las proformas de proyectos y de guiones de telenovelas. Como colofón de todo comencé, en 2017, a escribir, realizar y co-realizar cortometrajes independientes. Esa ha sido hasta ahora mi escuela de guion.

A partir de tu experiencia, ¿cuán decisiva es la idea original y el argumento para el proceso que sigue?

─La idea original y el argumento me llevaron 241 páginas en donde se definió la trama central, las subtramas, el capitulaje de 65 capítulos, y las características bio-psico-sociales de 52 personajes. Hasta el momento se ha respetado todo. Percibo levísimos cambios, que por supuesto, forman parte de los procesos de creación subsiguientes. Los dos guionistas, los dos directores, el editor, el compositor de la música original y el elenco actoral también son creadores, y sus aportes se supeditan al corazón de la historia, que es el argumento.

En el caso de la telenovela, ¿modificaste algo de la idea realizada en la radio para la versión televisiva?

─La trama central se mantiene, pero tuve que densificarla, adicionar subtramas, nuevos personajes, porque estábamos hablando de otro lenguaje y de un tiempo muchísimo más extenso para cada capítulo y para la obra en general. Pero los personajes que creé se mantienen. Estoy satisfecho porque los guionistas Amílcar Salatti y Joel Infante han respetado hasta los nombres de los personajes. Y en cuanto a la historia, primero se aceptó la idea inicial de plantear la novela desde un asilo. Conocí a la señora Orosa, que creó el programa de la Cátedra del Adulto Mayor, y vino la sugerencia de replantearnos todo para transmitir un mensaje positivo. En total escribí 11 proyectos de la novela.

Tus historias llevadas al audiovisual evidencian una investigación profunda. En este sentido, ¿de qué te nutriste para visualizar el tema de Vuelve a mirar?

─Me nutrí de la trama de la radionovela Si te contara, y para escribir esta radionovela me nutrí de la realidad que viví con mi abuelo materno, Luis Sosa Alarcón, mi segundo padre. Lo cuidé once meses en sus últimos tiempos, y eso fue una escuela increíble que me marcó de por vida. Empecé a ver ancianos por todas partes, y constaté cómo eran invisibilizados por una buena parte de la sociedad. En esa etapa de la vida cambia todo, tu aspecto, tu olor, tu forma de reaccionar, tu forma de comunicarte, de caminar, de vestir. Entras a una etapa desconocida y muchas veces no tienes el control sobre tu mente para concientizar todo lo que te está ocurriendo. Para poder escribir consulté estudios serios sobre el tratamiento de este grupo etario en Cuba. Me fui a La Habana y durante once días visité asilos e hice entrevistas. El trabajo de investigación es muy importante. Aunque al escribir te descubres a ti mismo y sacas trozos de tu alma, para volver reales y creíbles a tus personajes tienes que contrastarlos con la otra vida más allá de ti. Cuando escribes para grandes públicos tienes una responsabilidad enorme, porque las personas van a asumir tus criterios desde sus perspectivas; por tanto, tu responsabilidad es mucho mayor que tus instantes de gloria.

Tu formación universitaria te preparó para interpretar la visualidad. ¿Agradeces algo de eso a tu habilidad para pensar y escribir con imágenes audiovisuales?

─Sí, por supuesto. A nosotros nos entrenaron para interpretar realidades, vidas, a partir de las obras de arte. Por mi cuenta me especialicé un poquitico más en el sicoanálisis del arte. Este ejercicio de apreciación crítica que nos enseñaron implicaba formar una memoria visual para perpetuar imágenes y sensaciones. A ello súmale la vocación de escribir que te convierte no solamente en un intérprete, en un creador de hipérboles, sino en una persona escudriñadora que está observando el mundo y replanteándoselo constantemente a partir de imágenes, en este caso, creadas a partir de palabras. Todo eso incidió en la reinterpretación de las realidades y en la conversión secreta, en personajes, de muchas de las personas que me rodean.

Evidentemente, narrar es un gusto y un desahogo. ¿Has pensado incursionar en historias que se canalicen a través de narrativas transmedia?

─Todavía soy un poco analógico. Escribo primero en un formato literario y posteriormente versiono en otro, bien radial, televisivo o cinematográfico. No sé hasta qué punto podría incursionar en este otro tipo de narrativa. He trabajado la polipoesía, por ejemplo, y los cortos experimentales, pero esto no es transmedia, más bien es multisoporte. Necesitaría un conocimiento mayor y posibilidades tecnológicas para poder trabajar con los lenguajes medias.

¿Alguna expectativa en particular con la puesta en pantalla de la telenovela?

─Por una parte me regocija muchísimo ver que lo que un día creé se ha convertido en la realidad de tantos profesionales. Otro regocijo que tengo es poder ver a actores y actrices que hacía muchísimo tiempo no salían en la pantalla. Los personajes que hacen todavía tienen muchas emociones y reflexiones que comunicar. La historia no trata sólo sobre el sentido de la vida en la tercera edad, es sobre el sentido de la vida en general. Quizá el final sorprenda a muchas personas, pero siempre hay un mensaje de optimismo, de esperanza. Toda la novela es una obra plena de amor.