CAMAGÜEY.-La actitud frente a los obstáculos (y las miserias humanas) que afrontó en vida Emilio Ballagas (1908-1954) es altamente edificante. ¿Cómo pudo superar tantas calumnias? Yo pienso que pudo porque fue un hombre con verdadera educación, un hombre de cultura.
Mientras grandes escritores hispanoamericanos elogiaban su obra, por ejemplo, Octavio Paz, Juan Ramón Jiménez, Juana de Ibarbourou y Alfonso Reyes; figuras del mundo intelectual cubano actuaban con morbosidad.
Para Cintio Vitier, Ballagas fue el “misterioso poeta débil de su generación”. Virgilio Piñera enjuició su obra con saña. Lezama Lima consideró inexplicable su popularidad, e incluso lo acusó de plagio.
Precisamente al conocer los señalamientos de Lezama, el camagüeyano dirigió una carta a Juan Marinello, con la siguiente interrogante: “¿Habré hecho yo algún mal cuando me levanté del anonimato y de la nada a escribir versos diferentes a los que hasta entonces se habían escrito en Cuba?”.
Emilio Ballagas no era un improvisado. Una persona como él, que enseñó Literatura y Gramática Española, tenía un conocimiento profundo del idioma, y sabía quebrantar las reglas para fundar una manera propia de decir en versos.
Él no perdió la capacidad de asombro ni la voluntad para aprender de buenas prácticas que conectaran mejor a las personas. De hecho, aprendió Braille cuando estuvo en Estados Unidos. También conoció Francia y Portugal.
Para nosotros, los jóvenes que estamos en el principio del camino y que soñamos una carrera artística o aspiramos a merecer un espacio en el ámbito intelectual, Ballagas constituye un referente.
En 1938, entrevistado por Samuel Feijóo, sostuvo: “Yo nunca he dudado de mí mismo: me importa poco que me tiren de lado, me co-nozco. Y esto es la esencia de mi seguridad”.
Por tanto, debemos confiar en nosotros, estar seguros de lo que queremos, y no perder esta otra coordenada de Emilio Ballagas, para quien el creador “debiera ocuparse siempre en poner mucho orden a su obra y a su manera. No fantasear. No jugar con las ideas; actuar en serenidad; eso es lo que necesita el artista: darle forma seria a lo que piensa, no fantasear por fantasear”.