CAMAGÜEY.- Hay errores difundidos por la web y en varios libros que distorsionan la imagen y la obra cabal de la periodista y poetisa Aurelia Castillo (1842-1920), por eso Olga García Yero ha devenido su abogada defensora.

Ella admitió ser la más apasionada estudiosa de la ilustre camagüeyana, durante un conversatorio dedicado a quien considera una fundadora del
periodismo femenino y de la literatura de viaje en América Latina.

Como parte de la jornada literaria La mujer cubana en nuestros días, en el Centro Cultural Ateneo-Vietnam desmintió criterios carentes del respaldo de datos de investigación y señaló la superficialidad en ciertas opiniones.

Contrario a lo que sostiene Mirta Yáñez en *Cubanas a capítulo* (Editorial Oriente), no fueron 100 sino 60 los ejemplares publicados de los tomos de
sus *Obras Completas*, enumerados y con dedicatorias personalizadas.

Por equivocación circula como si fuera Aurelia una foto de la pedagoga habanera María Luisa Dolz, gran amiga y también colaboradora suya en el
asilo Huérfanos de la Patria, fundado para acoger a hijos de mártires de las guerras de independencia, y para ofrecer un oficio a jóvenes pobres.

Tampoco se debe llamar “Aurelia del Castillo”, pues este era el santo y la seña de una patriota de Sancti Spíritus, y los de la principeña no llevan “del”, aunque ambas coincidieran en la aspiración del ideal de nación libre.

Olga García Yero afirmó que “Aurelia no fue feminista”, una etiqueta que se empeña en imponerle una tendencia estructuralista de estudios del llamado enfoque de género en Cuba, urgida de mayores referentes culturales.

El hecho de asistir a un congreso desarrollado en Estados Unidos, a finales del siglo XIX no puede asumirse como una prueba de militancia del emergente movimiento de feministas, pues la cubana participó como periodista.

Aurelia fue corresponsal de El País, un diario en Cuba al que reportó sus experiencias de viaje. Olga compiló las cartas remitidas desde ciudades de Europa, publicadas en el año 2017 por la Editorial Ácana de Camagüey.

Falta por sacar a la luz los textos de la estancia en México y Estados Unidos, otra oportunidad para aprender de la mirada de quien sabía encontrar por su peculiar visión de la alteridad.

En la provincia llevan el nombre de aquella escritora una calle, dos escuelas primarias, una cátedra de la filial de Universidad de las Artes ISA y una miniserie histórica de radio.

Sin embargo, no basta con nombrarse Aurelia Castillo, si no se tiene la constancia de Olga, y si no se asume el reto de una obra que invita a describir e interpretar el entorno con agudeza, ética y verdadera sensibilidad.