CAMAGÜEY.- Yanaris está en sexto grado. Hace dos años el profe de Educación Física en la escuela primaria Pepito Mendoza despertó su deseo por el deporte; su principal anhelo es participar en una competencia de Judo. Su naturalidad esconde un pasado difícil que cambió desde su llegada al hogar de niños sin amparo familiar en La Zambrana, donde junto a su hermana melliza y otros nueve hermanos del alma comparten el amor por la familia que formaron allí.
Camagüey cuenta con tres hogares de niños sin amparo familiar en las edades comprendidas entre 7 a 18 años, dos en la cabecera provincial y uno en Florida, que acoge solo a los restantes municipios. Actualmente, 24 internos conviven entre las tres casas; mientras, los menores de 7 años residen en el círculo infantil Manuel Zabalo. En los centros se cuidan niños huérfanos, abandonados, en situación social compleja, cuyos padres han perdido la patria potestad, cumplen sanción penal, son pacientes psiquiátricos o alcohólicos. Según Mabel Álvarez Bernal, Jefa de Departamento de Educación Especial en la Dirección Provincial de Educación, el seguimiento a los hogares es multisectorial a través de un plan de atención integral donde interviene el Partido, el Gobierno, la FMC, los CDR, la UJC, la OPJM, Cultura y el Inder.
GARANTÍAS DE PAÍS
Quincenalmente, en un sistema de atención, se valoran las necesidades y problemas de los hogares para brindar una solución. Cada residencia está apadrinada por cooperativas que aportan con regularidad viandas, vegetales, hortalizas y frutas. Es encargo del Estado en conjunto con el Órgano de Trabajo entregar una vivienda con las condiciones indispensables cuando los beneficiarios arriban a la mayoría de edad y egresan del hogar.
De igual forma, tienen la garantía de una prestación monetaria hasta insertarse en la vida laboral. “Existen casos con discapacidad intelectual que no pueden trabajar y se les asigna una cuidadora y ayuda económica de por vida”, afirma Álvarez Bernal. Los menores tienen derecho a un estipendio según la edad para atender sus necesidades personales. De 7 a 14 años reciben 400 pesos y 720 entre los 14 y 18. Anualmente se les asigna un monto de 3 500 pesos para compras en tiendas de las cadenas Cimex o Caribe.
En convenio entre Educación y Salud, las casas cuentan con psiquiatras que brindan consultas quincenales debido a los trastornos o patologías asociadas a su condición, y el control de las historias clínicas porque varios toman psicofármacos. Interactúan también psicólogos y psicopedagogos del Centro de Orientación para evaluar a los muchachos, también se prepara al personal que allí labora para el trato con ellos, de conjunto con Educación Especial. Mucha de la ayuda en cuanto a vestuario, calzado, productos de aseo llega a través de donaciones que auspician las organizaciones de masa; y de los decomisos de la Dirección Integral de Supervisión, luego de las revisiones pertinentes.
ENCONTRAR UNA FAMILIA
Los hogares de niños sin amparo familiar en el municipio camagüeyano se encuentran en La Zambrana y Plaza Habana. A pesar de constituir instituciones educacionales, son viviendas donde los niños llegan a encontrar una familia; allí el día a día transcurre como en cualquier casa.
Reciben las clases en escuelas cercanas y al concluirlas, las mellizas y Brayan, de La Zambrana, entrenan judo y polo acuático. Samantha, con 13 años, nos cuenta sobre sus dos madres (directora y subdirectora) y sus tías (asistentes para el trabajo educativo, las cocineras y la enfermera), quienes significan una parte fundamental de su vida y apoyan en su formación desde el amor y el cariño. Mientras, en la otra casa, Erlinda ayuda a los más pequeños en las tareas escolares, de ahí su vocación por estudiar Derecho. “
A veces nos peleamos por boberías, pero es normal entre hermanos”. En Plaza Habana, Abraham nos recibe con una pelota entre las manos. A sus 8 años es evidente su amor por el deporte, sobre todo el béisbol. Aunque de grande quiere ser policía, ya piensa cómo dividir el tiempo entre sus dos pasiones. La subdirectora en La Zambrana o mamá Odalys, como cariñosamente la llaman, responde nuestras preguntas mientras atiende el horario de las tareas, el baño y la comida. “Así es la cotidianidad aquí, muchos mimos por parte de nosotros”.
Los fines de semana la dinámica cambia. Instructores del Palacio de los Pioneros, así como profes de deporte y cultura realizan intercambios recreativos para animar los sábados y domingos, con el deseo no solo de entretener, también de fomentar la vida sana en los pequeños.
“Algunos días salimos a los parques y en vacaciones nos llevan a la playa”, dice Samantha. Con 19 años Yairennis espera la entrega de su casa, y aún convive en el Hogar; realiza prácticas laborales como parte de sus estudios de Contabilidad. “Ella es mi mano derecha, ayuda a mantener la limpieza, en los quehaceres de la cocina, y en la mañana peina a sus hermanas para la escuela”, nos cuenta Margarita Díaz, directora en Plaza Habana. En su memoria quedó grabado el recuerdo de los quince años.
“Me regalaron dos contratos de fotos, uno en el Palacio de los Matrimonios y otro en una casa particular, además de la fiesta que organizaron para mí”. De igual forma, mamá Odalys nos comenta sobre una celebración más reciente. “Tuvimos unos quince hace poco. La Oficina del Historiador y el Fondo de Bienes Culturales fueron maravillosos”.
Las mellizas continuarán entrenando, con la esperanza de competir algún día. Esa esperanza fue sembrada por la familia que encontraron en La Zambrana. La rutina seguirá igual, las paredes podrán deteriorarse y volverse a levantar, rostros nuevos tendrán un primer día difícil, llegará el adiós para los que ahora están, pero la labor de educar con amor permanecerá intacta.