JIMAGUAYÚ, CAMAGÜEY.-Muchos son los tropiezos que han enfrentado las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) desde su fundación en 1993 hasta la fecha. No pocas en el país han visto tocar fondo su economía; perdieron las áreas de cultivos y potreros, y cerraron casas de vaquerías. Mas hay otras como La Paz, perteneciente al municipio de Jimaguayú, que ni en los años más difíciles del período especial pusieron rodilla en tierra.

Esta UBPC, estandarte de la ganadería en Camagüey, no solo se muestra rentable en sus 26 calendarios, sino que en 23 de ellos exhibe la condición de millonaria, al entregar a la industria de productos lácteos esa cifra de litros de leche. En estos momentos es la única de su tipo en todo el territorio en acopiar tales cifras y una de las poquísimas que lo logra en Cuba.

EN LA PAZ, LAS CUENTAS A PUNTA DE LÁPIZ

El sistema de ordeño mecanizado garantiza altos niveles de productividad, eficiencia e higiene para el proceso, lo que representa un incremento en los ingresos del productor por la leche de calidad que obtiene ,apunta Onel.El sistema de ordeño mecanizado garantiza altos niveles de productividad, eficiencia e higiene para el proceso, lo que representa un incremento en los ingresos del productor por la leche de calidad que obtiene ,apunta Onel.Esos resultados no son casualidad ni obra del destino. Muchas horas de trabajo, de sacrificio y entrega respaldan los logros de los 139 socios de este colectivo. Onel Ortega Vázquez, su presidente desde hace cuatro años, desclasifica algunas de las cartas de triunfo de la cooperativa.

“Lo primero es llevar la economía a punta de lápiz. Como en la casa, aquí no se puede gastar más de lo que ingresamos”, asegura. “Fundamental resulta el sistema de pago; los asociados tienen un 40 % de participación en la producción de leche y el 80 en los cultivos varios. Los salarios van de 1 000 y tantos a 5 000 pesos. Con eso logramos estabilidad y calidad en la fuerza de trabajo. En el colectivo hay 13 universitarios; de ellos, nueve médicos veterinarios.

“El éxito radica además en la reproducción, y nosotros nunca hemos renunciado a ella. Las 1 303 vacas están incorporadas a la inseminación artificial. Eso nos permite mantener control en los partos y planificarnos. Lo otro es el potencial genético, trabajamos con el Siboney de Cuba, de allí que el promedio de litro por vaca en ordeño es de 6,67”.

En diciembre, aseveran, llegarán al millón número 24 y se enfrascan en asegurar el del 2020. Crecer en áreas destinadas a la siembra de alimento para los animales, mantener los 227 cuartones, rehabilitar áreas de pastoreo antes perdidas en maleza y la recuperación de unidades para la cadena de desarrollo de las hembras, constituyen algunos de los muchos empeños con los que apuestan al futuro.

CÁNTARA LLENA

La vaquería número 1.5 es una de las 10 con que cuenta la UBPC. Sus ocho hombres hacen de todo: la guardia para evitar el hurto, el ordeño, la fumigación, el aseo de las naves, la siembra de plantas proteicas, la limpieza de los potreros... Son gente buena y trabajadora, afirma Luis Aguilar Velázquez, el jefe de la vaquería. Y no se puede dudar de sus palabras cuando este pequeño grupo promedia 550 litros en cada jornada con las 55 vacas en ordeño. Eso hizo posible que de los 170 000 litros que comprometieron para el cierre del 2019, ya entregaron 122 000.

“Empezamos hace algunos meses a aplicar el triple ordeño; el primero lo iniciamos a las 12:30 a.m.; el segundo, sobre las 9:00 a.m. y el otro a las 5:00 p.m.”. Toda la extracción de la leche la realizan de forma manual; mientras, a menos de cinco metros de la casa de vaquería, un moderno equipo de ordeño mecánico de seis posiciones espera por tres breakers para funcionar y humanizar el trabajo a los vaqueros.

Para pesar nuestro, supimos por Onel que otras cuatro vaquerías tienen instalados estos modernos equipos, y al igual que el de la 1.5, desde hace más de cinco meses esperan por dichos aditamentos eléctricos de 60, 32 y 25 amperes.

“No tenemos dónde comprar con cheques los 15 interruptores automáticos que se requieren para ponerlos en marcha. Más de 100 000 pesos invertimos en su instalación y aún no hemos podido utilizarlos. Mucha falta nos hacen”, dijo Ortega Vázquez.

COMIDA AL CALDERO

No resultó sencillo hacerles entender a los ganaderos la necesidad de sembrar para el autoabastecimiento y para aportar a la comida del pueblo. Es una cuestión de tradición, de “genética camagüeyana”, que les hace más diestros con las reses y los lazos que con el azadón y el arado. Mas, poco a poco ya muestran resultados alentadores. Cada vaquería atiende entre media y una hectárea (ha) de cultivos varios y fomentan fincas solo para la siembra de frutas, viandas y granos.

La estancia La Turbina es referente del buen hacer en la UBPC, y de eso se encarga José Romero Romero. “Esto antes era marabú, y en el 2017 empezamos con la siembra de una hectárea de acerola y me embullé. En las 8.75 ha hay yuca, calabaza, frutabomba, plátano burro y un poco de café que todavía no nos pare. Esperamos un oreo para sembrar tres ha de frijol y garbanzos.

“Trabajamos solamente dos personas, y casi todas las labores las realizamos con la yunta de bueyes. Nos ha dado buenos resultados el empleo de la materia orgánica y de productos biológicos como el Fitomag. Todos los martes llevamos en la carreta productos para la placita de la comunidad Rescate de Sanguily, conocida como La Pata. Hay que trabajar duro, pero todo se logra con amor y dedicación en el día a día. La tierra siempre agradece”.

Aunque insuficiente todavía ante la demanda del pueblo, aportaron al autoabastecimiento territorial 100 toneladas de productos, lo cual constituye un récord para este colectivo, que antes solo entendía de las mañas de la ganadería. Los hombres y mujeres de La Paz van por más, porque bien saben que lo difícil no es llegar, sino mantenerse en la vanguardia.