CAMAGÜEY.- El 9 de diciembre de 2013 Yusney Saborit abrió un juego de béisbol ante Matanzas sin imaginar que su carrera estaba a punto de terminar. Días después, el zurdo resultó elegido para un chequeo médico aleatorio que incluía un ecocardiograma.

El examen arrojó un trastorno de la válvula mitral que le producía una insuficiencia. La alteración estructural que esto provocaba en su corazón podía disminuir su capacidad funcional e incluso derivar en un fallo cardíaco que se corroboró con una prueba de esfuerzo que solo pudo llevar hasta el 63 %. Con ese diagnóstico, el doctor Francisco Montesinos, jefe médico de la Comisión Nacional de Béisbol, decidió separarlo del alto rendimiento.

“Sentí que era el final de mi vida. Nunca entendí lo que decían las pruebas porque siempre me sentí bien físicamente. En aquel entonces caí en un estado depresivo en el que pensé hasta las cosas más extremas. Poco a poco, y con la ayuda de amigos y familiares fue calmando el dolor, pero nunca desapareció mi tristeza”, nos contó el zurdo en las gradas del “Cándido González” el pasado martes tras su vuelta al rol de abridor, siete años después.

¿Cómo logró retornar al juego? Pues hace unos meses se acercó al manager Miguel Borroto para expresarle su disposición de integrar la preselección de los Toros. Este lo puso en manos de un equipo de prestigiosos profesionales de la Cardiología en Camagüey, y después de realizarle una prueba física similar a aquella, determinaron que algo había cambiado.

Explica el doctor Ángel Miranda, quien siguió su caso desde el episodio de 2013, que “su capacidad funcional es otra. Ahora lo llevamos hasta el 92 % del examen físico y respondió satisfactoriamente, lo que no quiere decir que haya desaparecido el prolapso de válvula mitral, pues un nuevo ultrasonido realizado la pasada semana así lo corrobora”.

Las pruebas han puesto en dudas si Saborit puede continuar en el alto rendimiento, por lo que la comisión médica nacional lo evaluará en fechas próximas en La Habana. Esta noticia llegó horas antes de su salida de esta semana ante Cienfuegos.

En la noche del lunes, Yusney casi no pudo dormir: “Volvieron los recuerdos y la negatividad, y si no es por el apoyo de mis compañeros de equipo y de Borroto, que me ha tratado como un padre, todavía estaría llorando. Yo sé que mi condición tiene un riesgo de muerte súbita, pero eso no me ha alejado de los terrenos. Seguí lanzando en campeonatos provinciales, ligas azucareras y en cualquier otro torneo que aparecía, incluso he realizado trabajos fuertes para mantener a mi familia. Soy consciente de la responsabilidad que tienen los doctores con mi caso y los respeto. Si pudiera elegir, prefiero morir en el box que en la calle”.

Así, entre dilemas médicos, pasiones deportivas y certezas existenciales, transcurre el extraño caso de Yusney Saborit, un vertientino que vive por el béisbol. Pase lo que pase, su entrega y amor ya ha calado en el sentimiento colectivo de un equipo que cada vez suma más motivaciones para alcanzar el éxito mayor.