CAMAGÜEY.- Antes de 1959 la Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC) y la Dirección Nacional General de Deportes (DNGD) ampararon un sistema elitista, clasista y racista, que coexistía con el movimiento deportivo impulsado por asociaciones y clubes, muchas veces símbolo de nacionalismo o de lucha racial.
En el caso específico de Camagüey puede mencionarse al Club Atlético Bernabé de Varona, al Atlético Ferroviario, al Camagüey Tenis Club, al Country Club, a la Benemérita Sociedad Santa Cecilia, el Sindicato de Plantas Eléctricas, la Sociedad Maceo (“de color”), y entre las escuelas el Pinson College, Champagnat, Artes y Oficios y el Instituto de Segunda Enseñanza, aunque es obvio que casi toda localidad de importancia contaba con sus propias organizaciones, que incluían la práctica deportiva. Entre toda este madeja la DNGD era a veces una coordinadora, a pesar de contar con sus propios eventos, y los centrales azucareros simbolizaban feudos distintos entre sí, donde la práctica era a la vez forma de validar la lealtad corporativa del obrero.
La clase media-alta en los clubes propietarios de instalaciones exigía a ultranza del sportman ship británico, con ejemplos en la esgrima como especialidad casi obligatoria entre los hombres de respetable profesión, dada la costumbre de los duelos por honor desde el siglo XIX, e incluso antes, y por su inclusión en los planes de estudio de caras universidades extranjeras. Tampoco se podía hablar de masividad en casos como el jai alai o el fútbol, con casi total preponderancia de los inmigrantes españoles. En el siglo XX vinieron modalidades introducidas por la influencia estadounidense, como los casos del voleibol o el baloncesto, incluso la natación, remos, regatas, hipismo, bolos, ajedrez y billar, y hasta el rugby en la Universidad de La Habana, pero a veces se olvida que también el béisbol y el boxeo son proporcionales a la relación cultural con el vecino del Norte.
Dos años después del Triunfo de la Revolución, el gobierno progresista dio forma a sus sueños de democratización de la actividad física con la creación del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder), que sustituyó a la Dirección General de Deportes. Mediante su gestión comenzó la expansión del nuevo movimiento deportivo cubano por todo el territorio nacional, que encontró en nuestra provincia una de sus plazas más fértiles.
Las antiguas sedes elitistas fueron abiertas al disfrute popular y comenzó a organizarse un programa de formación de atletas en la mayoría de las disciplinas que contemplaba el programa olímpico. Se construyeron cientos de instalaciones y academias para el desarrollo de deportes con arraigo nacional como béisbol, boxeo, baloncesto, voleibol, fútbol y atletismo. Pero también surgieron otras para fomentar la práctica de los deportes acuáticos, de combate, ajedrez, tiro, hockey sobre césped, canotaje y remo, levantamiento de pesas, etc. Para sustentar el nuevo proyecto se crearon en Camagüey los combinados de portivos, célula fundamental del organismo, las direcciones de distritos, municipales y la provincial, además de los Consejos Voluntarios Deportivos. Cientos de profesores de educación física se formaron para potenciar la actividad y se fundaron colosos educativos como la Escuela de Iniciación Deportiva “Cerro Pelado”, la Escuela de Superación para Atletas Inés Luaces y la sede de la Facultad de Cultura Física Manuel Piti Fajardo.
Bajo la premisa de Fidel Castro de que el deporte es un derecho del pueblo, se organizaron decenas de eventos para trabajadores, estudiantes, niños y otros de alto rendimiento. Los resultados no tardaron en llegar en las diferentes certámenes internacionales. De esta provincia brotaron cientos de talentosos jóvenes que contribuyeron a ubicar a Cuba en el mapa olímpico. 16 medallas centroamericanas, 3 panamericanas, ocho mundiales y ninguna olímpica. Hoy Camagüey se enorgullece de contar con cientos de medallistas en juegos centoamericanos, panamericanos y mundiales y de contar con 28 medallas olímpicas, todas después de 1959. Entre tantas glorias, Adelante ha hecho una selección de diez grandes atletas de la etapa revolucionaria,sin afán de olvidar otros como Cuevas, Caldés, Odelín, Scott, José Ramos, Guillermo Martínez, Idalmis Gato, Osvaldo Hernández, Marshall, Samuells, Guillermo Cañete, Hugo Madera, María Cristina Betancourt, Pimienta y otros.
Fotos: Tomadas de: geltyimages
Mireya Luis De la comunidad de Carrión, en el municipio Vertientes, salió un día hacia la EIDE camagüeyana quien se convertiría en una de las mejores voleibolistas de la historia. Tres veces subió a lo más alto del podio olímpico esta guajirita, otras tantas en Copas del Mundo y en dos ocasiones en Campeonatos Mundiales. “La Reina” del voleibol cubano es hoy vicepresidenta de la Federación Internacional de ese deporte.
Ibrahim Rojas sembró sus sueños en las aguas de su natal Santa Cruz del Sur cuando se montó por vez primera en una canoa. Con su inseparable remo y junto a diferentes compañeros, se transformó en el mejor exponente cubano de su especialidad. Se colgó par de medallas de plata bajo los cinco aros en Sidney 2000 y Atenas 2004 y conquistó la primera corona para el piragüismo cubano en un Campeonato del Mundo en el 2001. En total serían ocho sus preseas en ese tipo de competencias.
Yumilka Ruiz creció admirando a Mireya y siguió sus pasos hasta lo más alto del Monte Olimpo en Atlanta ‘96 y Sidney ‘00. Luego lideraría la última gran generación de jugadoras que obtuvieron el bronce en Atenas ‘04 y el cuarto puesto en Beijing ‘08. Además tiene en su currículum el título mundial y en otros eventos regionales. Fue miembro de la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Internacional.
Filiberto Ascuy nació en Esmeralda, justo cuando se asentaban las bases de lo que fue una de las regiones más prolíficas de la lucha cubana. Creció tanto el gladiador del estilo clásico que tocó dos veces la gloria olímpica en Atlanta ‘96 y Sidney ‘00. Fue además campeón mundial, panamericano y centroamericano y es recordado como uno de los luchadores más explosivos y técnicos de su época. Hoy entrena al equipo nacional de lucha grecorromana.
Oscar Brayson es el único judoca camagüeyano que ha subido a un pedestal olímpico, fue en Beijing 08, cuando le colgaron la medalla de bronce. También es uno de los pocos cubanos en conseguir preseas en tatamis de todos los eventos que organiza la federación internacional de judo. Además, el coloso agramontino se dio el lujo de coronarse campeón mundial de Kazakh Kures, una exótica arte marcial kazaja.
Julio César La Cruz es el único de la lista que todavía escribe su historia como deportista activo. “La Sombra” es el mejor 81 kilogramos del boxeo amateur cubano y uno de los más brillantes del orbe. Lo avalan diez coronas nacionales, cuatro mundiales y el cetro olímpico de Río 2016. El principal objetivo del muchacho de la Plaza San Juan de Dios es subir nuevamente a la cúspide en la sita estival de Tokio 2020.
Yandro Quintana: Aunque nació en el municipio avileño de Morón y actualmente vive en la vecina provincia, este pequeño guerrero regaló todas sus glorias al Camagüey que lo formó. Desde su amado Florida, Yandro se convirtió en un luchador invencible, al punto de lograr siete primacías nacionales. En la arena internacional fue campeón de todas las estructuras competitivas de la lucha libre, incluyendo el título mundial de Bakú y el olímpico de Atenas, ambos en el 2004.
Yipsi Moreno es una de las deportistas más querida y valerosa que ha parido esta tierra. Campeona Centroamericana, Panamericana y Mundial de lanzamiento del martillo, la “Furia de Agramonte” pensó que se iría del deporte activo sin alcanzar la gloria bajo los cinco aros, pero le llegó la justicia después del retiro, cuando se descubrió el dopaje de la bielorrusa Aksana Miankova y el oro de Beijing 2008 pasó a su poder. Actualmente trasciende en sus cargos de Comisionada Nacional de Atletismo y miembro del Consejo de Estado de la República de Cuba.
Luis Ulacia: su nombre se ha escrito en la historia del béisbol cubano como uno de los prodigios del juego. Su versatilidad defensiva y sus extraordinarias herramientas ofensivas lo colocaron como primer bate de la generación dorada de la pelota nacional, aquella que conquistó los campeonatos olímpicos de Barcelona ‘92, Atlanta ‘96 y la plata en Sidney ‘00. También subió al puesto de honor en torneos centroamericanos, panamericanos y del orbe.
Foto: Cortesía de Oreidis Pimentel/Colaborador
Adolfo Horta se ganó el calificativo de “el hombre del boxeo total” por la excelencia de su técnica. Marcó una época del pugilismo cubano pues es el único que ha obtenido tres títulos mundiales en tres pesos distintos. Su hegemonía solo se vio trunca con el subliderato en la Olimpiada de Moscú 80, única oportunidad que tuvo bajo los cinco aros.