CAMAGÜEY.- El cuarto disco de Rumbatá, titulado Mi rumba no va a parar, está disponible para sus seguidores y para todo el bailador listo a recibir una propuesta musical que rinde honor a la tradición cubana y a sus cultores más genuinos.

Es el primer fonograma con el sello Bis Music grabado en el Estudio Caonao en esta ciudad, perteneciente a la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM). Aquí se trabajó en sesiones cuidadosas a inicios de la pandemia.

Este domingo, Rumbatá interpretó varios de los temas en el concierto de promoción programado en la Casa de la Trova Patricio Ballagas, como parte de la Semana de la Cultura Camagüeyana.

La agrupación abrió el espectáculo con Es ahora, el primero de un disco que contiene el dolor por la pérdida de tres de integrantes, y al mismo tiempo reafirma las fortalezas del grupo para seguir sin complejo defendiendo su música.

Mi rumba no va a parar está dedicado a la memoria de los cantantes Reinaldo Betancourt y Nerina Calderón, y del percusionista Idael Soler, quien llegó a grabar tocando el quinto, el cajón y el tambor batá.

Para esa producción encauzada por Manolito Simonet, su productor musical estrella, registraron dos canciones habituales en el repertorio de la agrupación, pero que no habían quedado en ninguno de los fonogramas anteriores.

Se trata de Ventolera, de la autoría de José Luis Estremera, y La masa, del cantautor Silvio Rodríguez, quien accedió a participar de una versión al estilo batá-rumba, con cambios de métrica y una representación desde la columbia.

La musicóloga Heidy Cepero Recoder, encargada de las notas discográficas, lo califica como “un tesoro dentro de la fonografía cubana”, al saber agrupar rumbas antiguas y recientes con elegancia y conocimiento profundo, y lograr una pluralidad en la mezcla con la trova, el rap, la conga y ritmos caribeños.

“En su afán de redimensionar la tradición rumbera de todos los tiempos, acredita la vitalidad de una rumba de genuina elaboración y sabor camagüeyano, y confirma la madurez conceptual de una agrupación tan experimentada como Rumbatá, que con todo derecho nos dice: Mowisoró mi rumba”, pondera Cepero Recoder.

Los invitados a la Casa de la Trova disfrutaron además del yambú El chino, y la columbia Rumbatá fue el que empezó, e hicieron que la agrupación terminara con su primer exitazo, el rap guaguancó La botella.

“Yo me llamo Rumbatá y a nadie me le parezco”, reafirmó el colectivo a coro, uno de los estribillos pegajosos que suelen fijarse en el público numeroso que los sigue desde su fundación hace 25 años.

El director Wilmer Ferrán agradeció a los presentes esa tarde, entre ellos, Manolito Simonet y Dorgeris Álvarez, hija de Adalberto, El Caballero del Son: “Con la presencia de todos ustedes se puede rumbear”.

En la Casa de la Trova además estaba el pintor Oscar Lasseria para obsequiar al líder una hermosa representación de un tambor de fundamento, otra manera de corresponder al respeto a los ancestros que ha caracterizado al grupo.

Crece la huella de músicos folclóricos con inigualable gestión discográfica desde Camagüey al mundo: Rumbatá (EGREM, 2008), y con Bis Music La rumba del siglo (2010), Gracias a la rumba (2016) y Mi rumba no va a parar (2022)