CAMAGÜEY.- Cuando Julio Eduardo Barreras Aguilar llegó al hospital materno Ana Betancourt de esta ciudad en 1975, todo era diferente. Las salas, consultas y quirófanos que hoy cuentan con especialistas de varias ramas, en aquel entonces no eran tan eficientes. Reconoce que a pesar de la difícil situación actual, se trabaja con más amor y responsabilidad. Salvar las vidas que apenas comienzan es el impulso mayor.
Este 11 de mayo la instalación cumple 80 años. Quizás las celebraciones no sean como lo merecen sus trabajadores pero no se puede dejar pasar por alto una fecha que marcó la historia de la salud en la provincia.
LA VIDA DEL QUE AYUDA A NACER
La fecha fundacional del hospital se recoge el 11 de mayo de 1941, sin embargo no fue hasta junio de ese año que entró en funcionamiento. La Clínica de Maternidad Obrera como se conocía entonces, solo contaba con un reducido grupo de médicos y especialistas y cerca de 150 camas para una parte de la población.
A principios de la década del ´70, el joven gobierno revolucionario decide unificar todos los servicios de maternidad en la institución, pues también se ofrecían atenciones a embarazadas en el hospital de la Plaza San Juan de Dios.
Por aquellas fechas, recuerda el Dr. Julio Eduardo, las cifras de muertos podían llegar a 20 en un mes, debido a la falta de personal calificado y de condiciones. “Por ejemplo, si un recién nacido dejaba de respirar teníamos que coger una bolsa y de forma manual tratar de mantenerlo vivo, no habían respiradores pulmonares. Con el paso del tiempo las circunstancias mejoraron”.
Así lo confirma el Dr. Jorge Luis Porrata Maury, quien explicó el cambio sufrido en la rama de la salud cuando comenzó en la década del ´70 la carrera de Medicina en la Universidad de Camagüey. “Llegaba un mayor grupo de alumnos de Medicina, internos y residentes y en el centro a su vez se crearon la unidad de puerperio y el servicio de neonatología, ambos de gran importancia para la salud del menor y la madre”.
En 1980 se inició una ampliación que incluyó una sala de Neonatología, las de paridas y el completamiento de 410 camas, cifra que se mantiene hasta la actualidad. La intención era desarrollar un proyecto de mayor envergadura que años más tarde se vio truncado por las dificultades económicas del país.
Durante 1985, explica el doctor Porrata, especialista en Ginecobstetricia, se crea la sala de perinatales para la organización de los servicios de salud y la atención a pacientes con riesgo obstétrico. “Los salones de operaciones se remodelaron y se amplió el servicio de prematuro. Todo ello condujo a que una tasa de mortalidad infantil que en aquella etapa era de 30 por cada 1 000 nacidos vivos, empezara a reducir hasta hoy, cuando es menos de cuatro por cada 1 000”.
El Dr. Sigfrido Valdés Dacal, director del “Ana Betancourt” agregó que el impulso en los proyectos de la institución se vio frenado por la caída del campo socialista.
“En el llamado período especial todos los sectores se vieron afectados y nosotros no fuimos la excepción, no obstante, el hospital nunca dejó de funcionar e incorporar servicios como el de cuidados perinatales el cual permitió dar una atención diferenciada a las embarazadas de riesgo”.
DAR A LUZ EN LA ACTUALIDAD
Con el paso del tiempo el personal del Hospital Materno ha logrado diversificar a los especialistas. Al equipo que antes formaba el ginecobstetra, el neonatólogo y los anestesiólogos, se le unen endocrinólogos, cardiólogos, hematólogos, genetistas, clínicos, dermatólogos, neurólogos, médicos intensivistas, entre otros. Así se logra una cobertura más completa.
Cada uno contribuye a que la institución se destaque por su hacer a nivel nacional y que por varios años consecutivos se ubique entre los primeros con más partos en el país.
“Tenemos la sala de Neonatología más grande de Cuba, con 60 camas. Nuestra plantilla actual es de 1 179 trabajadores, de ellos 85 médicos y 327 enfermeras”, puntualizó el directivo.
A sus ocho décadas de creado el Materno llega con servicios que lo hacen una institución más completa. Se le adjunta el Centro Provincial de Genética, el Departamento Provincial de Patología de Cuello y desde el 2015, el Centro de Reproducción Asistida que da soluciones a los problemas de las parejas infértiles.
A la lista se suman el banco de leche humana el cual beneficia sobre todo a los bebés bajo peso o con retardo de crecimiento y un aula de simulación de eventos para aumentar la didáctica en la docencia.
En ese sentido, en el hospital se han formado por más de 40 años los especialistas de Ginecobstetricia y Neonatología de la provincia.
“Por aquí también pasan residentes de Endocrinología y Anestesiología. Desde hace un tiempo tenemos abierta la residencia de Genética, que no existía. Rota todo el pregrado en sentido general desde 4to. Hasta 6to. año de Medicina, y también los muchachos de enfermería”, argumentó el Dr. Samuel Pugh Provost, Especialista en Ginecobstetricia y profesor.
FORTALECERSE EN TIEMPOS DE PANDEMIA
En la actualidad muchos servicios se han visto afectados por la COVID–19. La cirugía de mínimo acceso es uno de los que lamenta la población. También tienen limitado el diagnóstico de los trastornos auditivos precoces, una prestación que había mostrado grandes resultados pues permitía, mediante una prueba al recién nacido, detectar algún problema en las primeras fases.
Según el director se ha perfeccionado la protección del personal, y se aprendió a trabajar dentro del problema sin limitar ninguna presencia laboral. Se escalonaron las consultas para evitar aglomeraciones y se destinaron salas específicas para aislar cualquier paciente sospechoso.
A estos retos se suman lograr una estabilidad en los indicadores hospitalarios, incorporar alta tecnología a la institución, alcanzar una mayor eficiencia en el uso de las camas hospitalarias y, de acuerdo con las posibilidades económicas del país, culminar el proyecto para el centro de reproducción asistida, que permitirá atender a las parejas de Ciego de Ávila y las Tunas.