CAMAGUEY.- Para la Empresa de Alojamiento, Gastronomía, Recreación y Eventos Camagüey (Algrec), los pasados meses resultaron una especie de test rápido a la capacidad de trabajo y, favorablemente, dieron positivo.
Ahora alistan sus “armas” infalibles: calidad y profesionalidad, con la mirilla puesta, concepto todos los “hierros” posibles, en la presente etapa estival, aun cuando dejarán creadas condiciones para recibir sospechosos de portar el virus SARS-CoV-2 si fuera necesario.
UNA VILLA MÁS DULCE
En buen cubano, la conocida Villa Azúcar se “viró al revés” para elevar su confort y entregar un servicio más completo, dice muy animado Gerardo Florat, su director, y muestra en soporte digital las intenciones, unas por realizar, y otras en proceso de aplicación.
Las 14 cabañas y cuatro habitaciones, con capacidad para 93 personas, se sometieron a pintura, nuevos decorados, retoques que ya permiten a los huéspedes disfrutar de agradable estancia. El vínculo con varios organismos aceleró la remodelación, pues los trabajadores de esas propias entidades se benefician en el período veraniego con reservaciones por tres noches.
Una de las principales atracciones es la piscina, en cuyo entorno colocaron sombrillas otros accesorios para el disfrute de los bañistas, que deben acogerse a las restricciones ante el nuevo coronavirus. Por tal razón solo la utilizan los alojados en el centro.
Entre las medidas está el uso del nasobuco en las áreas comunes, el servicio personalizado en el restaurante, con mesas destinadas a miembros de una misma familia y las separaciones reglamentadas por Salud Pública. Se coloca una tablilla en exteriores, de forma tal que los clientes soliciten el pedido sin manipular las carta-menú. Además, hay un reforzamiento del servicio a las habitaciones (disponen de TV y refrigerador) con ventas dirigidas a limitar el movimiento interior.
Y en ese “huracán” de trabajo son los obreros de la entidad quienes asumen, si bien hay labores encargadas a fuerzas calificadas.
Atrás han quedado, aunque no se olvidan, las horas destinadas a la preparación de más de 180 raciones diarias de comidas con destino a familias vulnerables, y a comunidades alejadas. Florat es un firme convencido de que las lecciones de tan duros meses sirven para trabajar más y mejor.
Ellos, igual que en la instalación La India, se empeñan en regalar un verano superior, aun en medio de las limitaciones derivadas del cerco imperial y de una pandemia controlada… pero no erradicada.
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COMO ARRULLO DE PALMAS
El motel Las Palmas olvidó el significado de la palabra descanso. Sitio acogedor, desde las primeras jornadas de abril tuvo 19 pacientes alojados y, posteriormente atendió a personal del hospital Amalia Simoni.
José Llopart Matos, director de esta Unidad Empresarial de Base, dedica frases de elogio para su colectivo. “Dieron muestras de gran entrega, se intercambiaban funciones, porque lo importante era cumplir la tarea sin perder profesionalidad.
Creamos cinco brigadas de trabajo, se les preparó acorde con los protocolos establecidos. No hubo violación alguna, y ello lo prueba el hecho de que nadie enfermó”.
Las necesidades de aseo estuvieron garantizadas. Para evitar los movimientos innecesarios colocaron los alimentos en cada habitación.
Cerca, y atento a cada detalle, Noel Peña Pedraza, jefe de Seguridad y Protección, es de los convencidos de las enseñanzas del período. “Nuestra gente aprendió. Se lograron relaciones de familiaridad con las personas que tenían sobre sí la responsabilidad de preservar vidas. Cinco rotaciones médicas pasaron por aquí en esos tensos días, concluidos en junio”.
EL CAONAO NO QUEDÓ ATRÁS
Más de una década lleva Silvio García Varas como director de la UEB Motel Caonao; sin embargo para él, el tiempo de marzo para acá en nada se parece a otros años en la entidad. “Aprendimos mucho”, afirma y sonríe.
Y abundan razones: el 27 de marzo “debutaron” con 52 pacientes como centro de aislamiento. Ello modificó el sistema de trabajo. Con urgencia asimilaron los procederes establecidos.
Por las 60 capacidades pasaron galenos de los hospitales Amalia Simoni y el “Militar” hasta el pasado 22 de junio, una tarea que aunó a 25 trabajadores desplegados en cuatro brigadas, con disponibles ante cualquier contingencia.
Las actividades “normales” no se paralizaron. Mantuvieron la elaboración de pikininis, mantecaditos, cakes y otros. Vendieron comidas por encargo con platos a base de pollo, cerdo, ternera guisada y salchichas.
ALGREC: POSITIVO... AL BUEN HACER
En los duros momentos de la pandemia, Algrec estuvo en la avanzada para la atención de los aislados en Villa Santa María, en la playa Santa Lucía, además de los citados La India, Las Palmas y Caonao.
La mayoría de las unidades abrieron el verano el pasado sábado 11. Con 13 enclaves, sostienen además sus habituales servicios a entidades. Villa Sabinal, por ejemplo, aloja a personal vinculado a obras en la ciudad industrial de Nuevitas, y el Recinto Ferial acoge eventos, exposiciones y ferias.
Yennis León Mayedo, director general, confirmó que no se detuvieron las actividades, con las previsiones lógicas:
“Bajo ningún concepto una equivocación puede obstruir el desempeño y la entrega de la etapa. Los clientes merecen sentirse atendidos, con una higiene respetuosa de las medidas sanitarias actuales. Es el sentido más abarcador de la profesionalidad”.
—El Cocal, en Nuevitas, ¿listo?
–Listo. Esta piscina de agua salada, muy atractiva para los veraneantes, tiene ahora la modalidad de excursión desde Nuevitas, y con transporte garantizado.
Con más de 500 trabajadores, Algrec exhibe un “positivo” de cuando se trabaja con resultados.