CAMAGÜEY.- ¿20 años ya? Me escribe por el chat e imagino su rostro de recuerdo bien querido por aquel nacimiento. Adrián Cancino puso el material genético de su inteligencia, de su juventud y de su pasión por la verdad, y Adelante Digital vio la luz el 19 de abril del 2000. Cayó miércoles, el mejor día para ser un perfecto atravesado a la mentira, un hijo digno de la familia que lo mima, lo señala, lo alimenta y lo impulsa al mundo desde Camagüey.
Hoy basta teclear www.adelante.cu para un paseo con cartografía de palabras, audios, videos e interactividad acerca de un territorio perfectible, aunque lleno de encantos. Pero eso costó un camino de espejuelos en aumento, de males de cervical y de fatiga por la dirección larguísima sin dominio propio en los inicios, que agradeceremos siempre porque justo por el entonces nodo Caonao ─actual Citmatel Camagüey─, logramos salir a navegar.
Fue una obra por encargo a un aprendiz de periodista. Adrián Cancino estrenó su vida laboral con la libertad de soñar. Debía modelar un proyecto. Buscó las notas de clase de la Universidad de Oriente y sumó el olfatear por sitios variopintos para convencer al director Armando Boudet. Luego aquilataría más la autoridad de su primer jefe cuando desde la humilde condición de redactor, le entregaba sin fallo su columna de opinión.
Aquel trigueño flaco que alargaba el tiempo de máquina gracias al efecto de las croquetas del Mogambo ─cafetería cambiada para el Café Ciudad─, abrió la ruta de un adiestramiento indetenible y de la interdisciplinariedad. Él, que hizo de webmaster, de diseñador, de programador y de editor, celebra una plantilla generosa que ya une a informáticos, diseñadores, traductores y periodistas.
Adrián Cancino imparte un curso sobre Internet, en la Casa de la Prensa Camagüeyana. Esta foto es del 2001.
Adrián Cancino Gutiérrez, fundador de Adelante Digital:
“Como si me hubiera nacido un hijo. Así fue hace 20 años haber sido parte de la aventura de crear Adelante Digital. Vine a parar a Adelante, el impreso, con el encargo de adelantar más en la informatización de ese medio y de ponerlo en Internet. En Camagüey no había nada parecido, y en el país apenas comenzaba el asunto.
“Adelante creció con sitios dedicados a las mujeres, a los niños, a la historia de Camagüey, a promover su economía, a los 5 héroes e incluso a una versión en inglés.
“La versión de ahora, por supuesto, tiene mucho mejor en diseño, contenido, actualización, y cuenta con un grupo de especialistas más preparados. Nada tengo, así, fuerte, que sugerirles, excepto que continúen atentos al desarrollo de las tecnologías y técnicas de Internet. Felicidades, Adelante Digital, en estos 20 años”.
Un ejemplo de los regalos de otras cunas es Yoel Benítez, máster en informática aplicada y aprendiz de fotorreportero. Él prepara una versión nueva del sitio con software libre para resolver la traba técnica al usuario que intenta comentar. Este hijo de Niquero nos acorta los caminos para estar al día con las tecnologías de la web y ofrecer la información con la mayor rapidez posible.
“Se está trabajando en una versión nueva del sitio. Queremos que esté al día con las tecnologías de la web, que sea más práctico y limpio para que nuestros lectores encuentren la información de la forma más rápida posible”, asegura el informático Yoel Benítez, quien aparece en esta foto junto a Daicar Saladrigas, directora de Adelante.
El colectivo del periódico de papel aprendió sobre la marcha a usar teclados, intranet e Internet por el reto de contar la realidad con una narrativa diferente; sin embargo, todavía queda por librar la batalla más compleja, el cambio de mentalidad de quienes no reconocen el retorno del diarismo, máxime si urge la gestión de contenidos ya que se nos reportan de todos los continentes. Priman las visitas desde Cuba, Estados Unidos, España y México, a través de máquinas de escritorio y dispositivos inteligentes. Buenos guías son las redes sociales Facebook, Twitter, Google+, Pinterest y Telegram; y entre los sitios, www.juventudrebelde.cu, www.cubadebate.cu y www.cmg.etecsa.cu.
En la memoria florecen las victorias ante desafíos periodísticos como la cobertura al golpe de estado contra Hugo Chávez en abril del 2002, que probó la coraza de un equipo colaborativo enriquecido con colegas de Televisión Camagüey y de la Agencia de Información Nacional. Asimismo reconfortan las miles de visitas a las consultas médicas de Olga Lilia Vilató, el aplauso a los espectáculos de cultura, de deporte o de otras trasmisiones en vivo, e incluso los reclamos cuando los sábados no se ha colgado el pdf de la edición impresa.
Volviendo sobre los pasos, hay también motivos de tristeza, porque duelen las ausencias físicas. La muerte nos arrebató a Maricel, aquella secretaria con voz dulce y talante de webmaster. Enfermedades nos privan de personas con alto sentido de pertenencia por el primer medio de comunicación fundado por la Revolución cubana, y pionero de la era de la informatización en Camagüey.
Otros han estado de paso, y eso tampoco se condena. Son cuestiones de elección y de oportunidad. Pongo otro ejemplo. Un peritaje médico sacó del aula a la maestra Bárbara Valdés, quien pudo empezar de cero como editora. A diez años de aquello, afirma que aquí piensa jubilarse y que no sufre por el anonimato de su labor porque por encima del ego, quien tiene el derecho y el deber de ser visible es el Adelante Digital
Pues sí, nuestro multimedio ha de verse bien, y me consta por esa suerte de tic de responsabilidad que hace dar muchos F5 a Zoila Pérez Navarro. La joven nacida en Las Tunas lidera el departamento de Redacción. Gracias a su sentido autocrítico estimula mayor conciencia del Adelante Digital como los rostros, la riqueza espiritual, la terquedad y el entusiasmo de un colectivo numeroso.
Cuando Adrián Cancino me envió su asombro, leí sus palabras como si escuchara a Carlos Gardel con el tango de la vida como un soplo. Junto a él celebro el cumpleaños con el sabor de este mordisco de tiempo. Yo también tengo un recuerdo dulce de otra época, de la mía. Por eso, los primeros veinte años de Adelante Digital se me antojan como un byte de su infinitud.