CAMAGUEY.- Ninguna dupla de anotadores en activo reúne tanta experiencia en series nacionales como la de Sebastián (Chacho) Esquivel y Carlos Vázquez. El primero suma 35 campeonatos desde que comenzara en 1984, y el segundo se le unió en 1998; sin embargo, en la edición que recién terminó, recibieron por primera vez el reconocimiento como los mejores del país, algo que en opinión de varios especialistas merecían hace años.

“Eso es relativo, no creo que haya fórmula para definir al mejor en nuestro trabajo”, dice Carlos al inicio de su conversación con Adelante. Según Chacho, “varios equipos de estadísticos del país trabajan con un margen de error muy bajo, en pocas hojas hay que rectificarles algo. Eso hace muy difícil seleccionar a uno, es algo muy subjetivo”.

Aunque agradecidos por el premio, ninguno de los dos lo toma como “algo del otro mundo”.

Chacho: “Llevamos muchos años tratando de hacer las cosas bien para contribuir al béisbol, no creo que en este lo hayamos hecho mejor o peor que en los anteriores. Quizá como en la Serie Camagüey avanzó hasta la final, aumentando la posibilidad de cometer errores y nosotros nos mantuvimos bien, decidieron felicitarnos”.

Carlos: “En esta campaña tuvimos situaciones complejas, entradas extras y la presencia de los medios nacionales seguramente visualizó más nuestra labor. Pero igual que los peloteros o los árbitros, nosotros también podemos ser mejores o peores en cada jugada”.

Muchos en el mundillo del béisbol cubano acusan a los anotadores de favorecer a los jugadores del equipo local…

Carlos: “Eso sucede, pero desde que comencé en esta profesión, me enseñaron que significa uno de los pecados más grandes. Como nuestros narradores locales, siempre defendemos la imparcialidad. Eso, incluso, ha traído discusiones o debates con algunos peloteros y entrenadores, que suben a la cabina a reclamar una pifia a la defensa o un hit y siempre les explicamos que nos corresponde ser justos”.

Chacho: “Este fue un gran año para los Toros y uno siempre quiere que ganen, pero no podemos falsear lo que sucede. Sería engañarnos todos. Varios de esos muchachos fueron alumnos míos en la EIDE y siempre les digo que si quieren que yo anote hit, tienen que darlo limpio. Recuerdo una vez que Leonel Moas padre estaba casi al implantar un récord defensivo en la primera base y en un partido en Jaronú el pitcher se viró y la pelota se escapó y le puse error en fildeo. Él se me acercó con la elegancia que le caracteriza para hablar de la jugada y me convenció de que el fallo era en el tiro del lanzador. Les pongo ese ejemplo para que entiendan que a nosotros no se nos olvida cuando hacemos algo mal”.

¿Cuáles han sido las jugadas o momentos más extraños o difíciles que han visto?

Chacho: “La pelota es el deporte más difícil que conozco. Son miles las combinaciones que pueden darse en la hoja de anotaciones de un juego. Además, las reglas cambian y hay que estar estudiando siempre. Todos los días me releo el reglamento. Este año en la subserie contra Industriales anoté error a un roletazo de Cepeda por segunda y sencillo a uno de Yandy Yanes; un entrenador de los Azules reclamó al comisario técnico y este fue a verme. Por suerte teníamos todo grabado con un celular y él terminó dándome la razón. Luego se dio un extrainning con triple play incluido en el que hubo que aplicar reglas. Sin dudas esta fue una serie agradablemente extraña. Pero también presencié casos llamativos, como la vez que Borroto utilizó a diez jugadores en un turno al bate o los cuatro errores en un juego de Luis González cuando defendía tercera”.

Carlos: “Aquí hemos visto de todo. Recuerdo que en el primer choque que se fue a regla Schiller en el que anotamos, el equipo de Holguín le dio no hit-no run a Camagüey. Otro día le dieron base por bolas intencional al primer bateador del juego; nos visitaba Guantánamo y Sarduy anunció al zurdo Yusney Saborit, mas por una molestia en el calentamiento lo sustituyeron antes de comenzar por Vladimir Pérez. El árbitro se dio cuenta de la violación y mandó a subir a la lomita a Saborit, a quien no le quedó más remedio que dar el boleto”.

Como sucede con todos los actores del gran juego-pasión, los anotadores también son víctimas de la ingratitud de los aficionados. En varias ocasiones el redactor ha visto cómo desde las gradas les gritan barbaridades por una decisión, pero ellos no apartan la vista del terreno.

Carlos: “No somos máquinas y la gente quiere que a la planilla vaya la estadística que ellos entiendan. Esta labor resulta difícil y muy mal remunerada, apenas pagan 13 pesos por encuentro de Serie Nacional y siete por los de otras categorías. No pedimos grandes cosas, solo respeto y un poco más de condiciones en la cabina para sentirnos cómodos”.

Chacho: “Nosotros somos de los pocos en Cuba que solicitamos apoyo a otros compañeros; en este caso nos acompañan Raidel Oramas y Osmani Morales. De esta manera ellos van perfeccionándose y nos hacen mejores a nosotros. Es la única forma de mantener viva esta posición tan importante dentro del espectáculo. Lo único que me impulsa a viajar cada día desde Albaisa al estadio es el amor por la pelota”.