CAMAGÜEY.- La escritora británica Mary Shelley dijo: “Toda política llevada al extremo debe ser producto de la maldad”, eso es lo que sucede con la política de bloqueo a Cuba que, aunque hoy se flexibiliza, sigue siendo producto de la maldad. Hagamos un análisis de las posibilidades que desde la Casa Blanca le quedan al Presidente para disminuir la carga de maldad que ha acompañado el bloqueo durante 55 años.

Nada que pase hoy en Estados Unidos se puede desligar del escenario electoral, por lo menos hasta el martes 8 de noviembre del 2016. Por eso no es casualidad que las nuevas medidas del presidente Obama lleguen en este momento.

Aunque Cuba no es un tema esencial de campaña, es importante decir que la Clinton y el propio Barack Obama durante esta contienda, por primera vez, están apoyando abiertamente en la Florida a quienes apuestan por el intercambio people to people.

Al parecer, y así se ha tratado de dibujar, luego de esta directiva, Obama se quedó sin recursos y todo lo que falta es responsabilidad del Congreso. El Presidente en el documento, que se dio a conocer el pasado 14 de octubre, reconoce la autodeterminación de los cubanos, pero por los términos que usa, como régimen, desconoce la existencia de un gobierno legítimo, además de que varios funcionarios, ese mismo día, dijeron que los policías del mundo iban a velar y a seguir promoviendo la democracia en Cuba. Pero aunque no sea lo ideal, sí es un paso de avance.

Sucede lo mismo con el quinto paquete de medidas que el propio 14 sacaron los departamentos de Estado y del Tesoro en Washington DC, muy similar a los cuatro anteriores, positivo pero todavía limitado. Sí es cierto que la Ley Torricelli, la Helms-Burton y luego la Ley de Reformas a las Sanciones les quitaron al ocupante del despacho oval la potestad de, con una firma, eliminar el bloqueo a Cuba; el Presidente puede hacer más en el sentido de seguir modificando aspectos de su aplicación.

Obama o su sucesor pudieran, mediante el otorgamiento de licencias, permitir inversiones de empresas norteamericanas en Cuba; como mismo lo hizo en el campo de las telecomunicaciones, pudiera también autorizar a empresas de otros sectores. Son muchas compañías las que han manifestado su interés en la Zona Especial del Mariel, entre ellas la General Motors Company (GMC), por solo citar un ejemplo.

También está en sus manos la expansión de las exportaciones de Estados Unidos a Cuba, más allá de las muy limitadas ventas que fueron aprobadas en paquetes anteriores y que excluyen que esos productos de Estados Unidos puedan destinarse a las ramas esenciales de la economía cubana. Solo a los cubanos de a pie y el sector no estatal cubanos, los llamados emprendedores.

El Presidente pudiera dar luz verde a ciertos sectores que hasta ahora tienen vetados exportar a Cuba, como es el caso del turismo, la producción energética, la perforación y exploración petrolera, y la industria minera.

En otro sentido se aprobó la exportación de medicamentos cubanos a Estados Unidos, una prohibición ridícula, pues los pacientes norteamericanos se estaban perdiendo medicinas únicas en el mundo ideadas y producidas por los científicos cubanos, habrá que esperar qué dice la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados, pues se necesita que esta certifique esos productos cubanos para que se pueda concretar materializar su comercialización y distribución en Estados Unidos.

Como mismo se autorizó a los norteamericanos que visiten Cuba a comprar tabaco y ron sin límites y llevarlos para Estados Unidos con un uso personal, pudiera autorizarse a las empresas cubanas del ron y del tabaco a vender sus productos en Estados Unidos.

En el área económica y financiera es donde más incongruencias se ven, Obama parece estar pensando por un lado y los ejecutores andan por otro. Hay que decir que sigue siendo muy restringido el espacio de maniobra de Cuba en el sector financiero, tanto para sus relaciones con Estados Unidos como para el resto del mundo.

Aunque en marzo del 2016 el Presidente aprobó el uso del dólar en las transacciones internacionales de Cuba, siete meses después la Isla no ha podido realizar tan siquiera una, ya sea con Estados Unidos o con un tercero. Los bancos del mundo están limitados ante el riesgo de relacionarse con Cuba y la posibilidad de que se adopten multas millonarias, como sucedió aun después de que el Mandatario cambia su posición. En este sector también se pudiera eliminar la prohibición que impide a Cuba abrir cuentas corresponsales en instituciones bancarias norteamericanas.

Lo cierto es que a la Administración Obama le quedan tres meses en la Casa Blanca, el próximo 20 de enero tomará posesión una nueva que pudiera seguir o no el rumbo iniciado el 17 de diciembre del 2014; la única manera de garantizarlo es que los que verdaderamente gobiernan en Estados Unidos, los dueños del dinero, vean en Cuba una oportunidad única y, por tanto, darle marcha atrás a esas medidas vaya en contra de sus intereses y de su dinero. Solo así el Presidente 45 tendrá que respetar, sea quien sea, el legado de Barack Obama.