CAMAGÜEY.- A unas horas de la apertura hoy del séptimo Festival Internacional de Videoarte de Camagüey (FIVAC), tres de sus fundadores ofrecen las coordenadas de este ejemplo descentralizador de la cultura en Cuba.

En el 2008 surgió como evento único en el país consagrado a la videocreación, una práctica artística que emergió en los años '60 del siglo XX, como efecto técnico e ideológico de resistencia a la banalización de los mass media, y mantiene su esencia con la incorporación de las herramientas digitales.

El Festival tiene frecuencia bienal desde el 2010, y se consolida como plataforma de promoción internacional del videoarte hecho por cubanos, y de confluencia de artistas, curadores e investigadores de varias naciones desde aquí, a unos 500 kilómetros de La Habana, capital de Cuba.

Luego de desarrollarse desde espacios diversos, como plazas y galerías tradicionales, logra por primera vez emanar de la Iniciativa Municipal de Desarrollo Local (IMDL) El Cirtuito, asentada en el local del antiguo cine Encanto, y que dispone de una pantalla de 13 metros de ancho y 7 de alto, donde serán proyectas unas 11 horas de materiales en concurso —las 79 obras admitidas de 24 países—, en los cinco días del FIVAC.

PROYECTO DE UNA GENERACIÓN

Jorge Luis Santana es el artista que preside el Festival, del que tenía la idea alrededor del 2006, y como empeño colectivo logró concretar dos años después.

“El proyecto del Festival Internacional de Videoarte nació con una generación. Primero estuvimos en la Asociación Hermanos Saíz, luego pasamos a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Hemos crecido en esta ciudad donde nos enfrentamos a una serie de eventos de décadas anteriores, y queríamos establecer nuestras pautas, nuestras formas de pensar, los conocimientos que habíamos adquirido. Necesitábamos hacer una plataforma en otro sentido. No es mejor ni peor, sino la nuestra, nuestra forma de hacer un evento.

“El videoarte tiene un mercado muy restringido, sobre todo se complica porque en la Isla no hay galerías especializadas ni un mercado interno de arte. Evidentemente ante urgencias económicas los artistas se refugian en un arte que se puede vender. Por eso me parece lo válido que sigue siendo el Festival”.

LA EXPERIENCIA DE CURAR

Para la Doctora en Ciencias sobre Arte Teresa Bustillo la responsabilidad de curador del FIVAC ha sido la mayor de sus forjas.

“Hay una definición precisa de videoarte en tanto hay una definición precisa del arte. En la misma medida que el arte ha ido cambiado y evolucionando su definición en términos epistémicos, también ha ido evolucionando la definición de videoarte.

Un rasgo tipificador de la videocreación es su carácter experimental constante. La norma es ir a contrapelo de lo que se va asentando en el discurso de la videocreación.

“En mis más de 20 años de trabajo es la experiencia profesional que constituye un reto mayor, porque demanda un nivel de actualización y de trato sistemático con la morfología de la videocreación, que no siempre es posible en Cuba, y sobre todo porque me demanda de un nivel de sensibilización muy especial distintas visualidades que operan en el mundo”.

CON MODESTIA Y PERSEVERANCIA

También el FIVAC se debe al talento y a la sagacidad de la productora general Diana Rosa Pérez, quien además tiene en su haber la realización de obras audiovisuales, fundamentalmente del género documental, por eso ofreció las claves del Festival con dos consejos de sus profesores de la Universidad de las Artes.

“Uno es modestia y perseverancia; y el otro, si estableces tu presupuesto y necesitas para tu película y para tu evento 35 000 pesos, pídele un peso a 35 000 personas, pero no dejes de hacerlo. Tienes que encontrar la forma viable de hacer tu proyecto. La pasividad no puede ser una opción en un productor nunca”.

Y ella ha tomado el consejo con buen tino, de ahí su satisfacción por sacar adelante el FIVAC de El Circuito.

“Lo que más disfruto de la IMDL El Circuito es demostrar que es posible mediante servicios culturales autosustentar otros servicios más de libre acceso, menos comerciales, y que igual son buenos para el mejoramiento espiritual de la personas”.

EL DEBATE INTERCULTURAL

Falta poco para el inicio oficial, aunque El Circuito es hervidero fecundo hace semanas, y se expande en su objetivo generoso de vindicar una zona de la creación contemporánea con múltiples interrogantes para el debate cultural.

De ediciones anteriores recuerdo temas de urgencia como el desfasaje de los formatos de filmación y de los software para la edición, debido al incesante cambio tecnológico; porque como insistió el canadiense Khazim Kaz Rhaman, en la historia del videoarte se ha transitado por 50 formatos.

Con esa preocupación por preservar la memoria ha sido persistente el español Javier González Vilaltella porque considera que “las imágenes no desaparecen, crean fondos de memorias” y el recuerdo de la ausencia constituye una estrategia para que no se produzca el olvido.

Y una reflexión medular de la cubana Magali Espinosa en torno a dos aspectos: “los artistas con toda la imagen visual que hay que tener en cuenta hoy no solo de lo que emana del arte sino de los medios, de la publicidad, del cine, de la televisión; y cómo a pesar de que esta información a veces no se consigue con la mayor calidad, pero lo fundamental es que circule y se conozca”.

El séptimo FIVAC es realidad connotada, con un programa de seducciones, en correspondencia con el carácter integrador del videoarte, abierto siempre a las artes todas, y con invitaciones para nada despreciables como la de empezar bien arriba en movimiento, al ritmo del espectacular grupo Rumbatá.