CAMAGÜEY.- Lo más interesante de Robert Pons está en la mirada. De pintar pintar lleva relativamente poco, por una vida accidentada que le mantuvo 17 años alejado de las artes plásticas, aunque esas experiencias cristalizaron su composición, su perspectiva.

Obras suyas ilustran Desnuda y para siempre, el más reciente libro de Carilda Oliver Labra, Premio Nacional de Literatura, porque su sed de pinceles enfoca al universo femenino, como también se evidencia en la quinta muestra personal Empujando al sol, de 12 obras con técnica mixta sobre cartulina, que se expone en el espacio galerístico de Adelante.

Robert Pons fue trabajador social, empezó a estudiar Psicología, laboró como portero… en los 17 años que se alejó de la pintura.Robert Pons fue trabajador social, empezó a estudiar Psicología, laboró como portero… en los 17 años que se alejó de la pintura.“En cada obra hay un mensaje. Hay artistas tan concentrados en la parte estética que descuidan lo conceptual. A mí sí me interesa hacer pensar”, dijo en diálogo para este semanario.

Del arte se han criticado aquellas representaciones donde la mujer está como objeto de deseo. ¿Por qué no muestras completa a la figura femenina?

—Desde el punto de vista erótico, la parte inferior interesa al hombre, despierta pasiones y deseos, aunque lo más importante es el alma, el espíritu, y eso solo se ve en acciones, en conducta. Quizás inconscientemente no la doy completa para evitar una identidad específica, pero no pretendo poner a la mujer como un objeto.

El contraste ha sido una de tus cartas de presentación, pero en la muestra Empujando al sol afloran más colores. ¿Te abres a los matices?

—Hay colores, pero no muchos. Los va pidiendo cada obra. Reconozco una evolución, pero no soy bueno en los colores, aunque dice (Juan Carlos) Mejías que no me hace falta. A un amigo le conté que me deprime ir a las exposiciones, porque veo cosas tan buenas, y él insistió en que la variedad existe. Quizá veo mis cosas de una manera, pero la gente las ve de otra.

¿Cuál consideras tu fuerte en la creación?

—Es la fantasía. Paso la vida haciendo bocetos. No me preocupa si uno tiene que ver con el otro. No trabajo en serie. Hago lo que pienso que me gustará cuando termine. Te soy sincero, trabajo para mí.

“También la fantasía es mi arsenal para la música porque además compongo. Por Radio Camagüey sacaron Un día nuevo. La hice a mis 27. Ya tengo 15 temas que aspiro grabar. El 80 % surgió después de operado a corazón abierto, hace dos años. La música siempre está en mí, pero me troncho esa faceta”.

Vivir y amar son razones de peso, ¿debes a ambas tu regreso a la plástica?

—Un mes después de operado comencé a pintar. Conocí a una persona y pensé en un cuadro para ella. Lo terminé muy rápido, pero me di cuenta de que no lo merecía. Entonces vinieron otros, como una maratón espontánea. La mayoría estuvo en mi primera exposición, Iluminaciones al claroscuro, en el Hotel Isla de Cuba.

Muchos creyeron que trabajaste a partir del poemario de Carilda…

—Las obras estaban hechas. Las tenía en venta y menos mal que solo habían comprado una. Son cuadros que se escapan de nuestro patrimonio. No me puedo perdonar que la obra de la portada siga colgada en mi casa, que Carilda no la tenga.

Después de leer Desnuda y para siempre, ¿notas influencia de ella en ti?

—Sí. Mira, a los poemas de Carilda no les hace falta ninguna ilustración, porque son pura imagen, movimiento. Al leerlos tienes la escena palpable. Sabía que es coqueta, bella a sus 95 años. Ha sido un privilegio que agradezco a Mejías, quien me recomendó.

No siempre el artista hace relucir al curador. ¿A qué se debe tu luz a Mejías?

—En el mundo del arte lo pongo delante de mis padres. Mejías es un compañero que va construyendo a la par tuya, a partir de la idea del artista forja el camino, sin pedir nada a cambio. Apenas le he regalado un cuadro, modesto para lo que merece.

Casi es tiempo del Salón Fidelio Ponce, ¿participarás?

—Presentaré una instalación y un cuadro. No puedo perder la oportunidad de decir algo que es socialmente importante. Sin embargo, con el tema de los salones no comparto que se ponga a competir con videoartes, que considero del cine. Algo con movimiento tiene ventajas frente a una pintura.

“Lo digo con respeto, porque no me gradué de la Academia Vicentina, llegué hasta segundo. Estuve 17 años separado de la plástica. Mi primera exposición fue en el 2015, en el Salón de la Ciudad. Sigo agradecido por los jurados de admisión, porque no me han rechazado una obra”.

  • f12
  • f6
  • f81
  • f111
  • f5
  • p71
  • f9
  • f3
  • f41
  • f2
  • f1