“La editorial ha luchado —y deberá seguir haciéndolo— por una cuestión esencial de la que, lamentablemente, no todas las editoriales de su tipo se han ocupado: la calidad del trabajo de edición, corrección y diseño. El libro puede tener una apariencia hermosa, pero si su texto está mal trabajado, todo se ha perdido. Incluso en editoriales nacionales el cuidado de la calidad del texto deja mucho que desear. Si a eso añades el descenso de la calidad editorial en algunos periódicos, el riesgo cultural es grave, porque son elementos que operan directamente sobre la formación cultural de la población”.

Este profesor e investigador titular de la Universidad de las Artes en la provincia señaló los conflictos cotidianos de las llamadas editoriales territoriales.

“Ácana ha buscado un equilibrio en las áreas temáticas de sus libros. Pero hay muchos retos aún: se necesita un proceso de selección cada vez más estricto, que priorice la calidad y el respeto al lector. Sobre una editorial provincial se ejercen muchos problemas: uno importante, el de los escritores que quieren a toda costa que se les publique y no quieren atender consideraciones editoriales ni juicios críticos. Otro, de carácter tecnológico y de suministros”.

Pero aquí no se detienen las contrariedades, tal como reflexionó Luis Álvarez, Premio Nacional de Investigaciones Culturales.

“En Camagüey todavía es candente el promover nuevos autores que llenen tanto expectativas del público provincial y más allá, y de la editorial: es el caso de la producción para niños y jóvenes.

“Otro problema es el de las evaluaciones de libros, que requieren cada vez más de una exigencia, un rigor y un sentido a la vez de la especialidad de que se trate y de la cultura en general. Por diferentes motivos, cada vez desciende el nivel de los nuevos escritores: no hay en Camagüey talleres de creación, ni mucho menos escuelas como la “Onelio Jorge Cardoso”, a la que tanto empeño ha dedicado el reciente Premio Nacional de Literatura Eduardo Heras León en La Habana. Tampoco se ha logrado crear sistemas de formación de editores. ¿De dónde van a provenir los escritores nuevos? ¿Cómo se van a formar?”

¿Cómo reinventar la editorial sin que deje de ser Ácana?

El colectivo de Ácana cuenta con uno de los mejores de toda su historia, lo cual no excluye la necesidad y voluntad de que sigan incrementando su calidad. La cuestión del diseño de cubierta y el diseño interior siguen siendo un tópico urgido de transformación y de un buen salto cualitativo.

“La editorial está enfrentando muchos problemas de gravedad creciente. El primero tiene que ver con cuestiones materiales. El segundo, con el descenso exponencial de los lectores. Las presentaciones de libros en las universidades de la provincia cuentan cada vez con menos presencia de estudiantes y de profesores, y las consecuencias para la cultura regional son evidentes. No es Ácana sola la que está obligada a transformarse en relación con estas cuestiones: es la sociedad camagüeyana, en la cual la lectura está ocupando un lugar cada vez más endeble y menos protegido. Se necesita, por otra parte, una integración real, y no solo nominal, que permita que Ácana pueda contar con un apoyo efectivo mayor de la Asociación Hermanos Saíz y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba”.

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